Mente
reactiva (Parte
3)
Otro de los frutos de la mente reactiva es el
ego,
el
obstáculo más
grande para el desarrollo del espíritu.
El ego hace que el
sujeto protagonice
a través de
diversos yoes.
Estos "actores" hacen el rol de víctima,
de ofensor, de juez, de inquisidor y
pasan de un estado
soberbia a un drama de
falta de autoestima en
instantes.
El ego es la raíz de los
engramas y está enterrado en la
mente reactiva.
Si no hubiera ego, no existiría la
posibilidad de generar engramas. Los
distintos traumas
no tendrían cabida, pues el
inconsciente no anhelaría
deseos ocultos y el yo
consciente estaría en armonía.
Obviamente, el recién nacido no
posee mente analítica,
pues es puro instinto,
necesario para su supervivencia.
De todas maneras, a
medida que pasan los meses, se
va germinando en
el bebé "esa mente que razona".
Una prueba de ello
es cuando llevan a la criatura al
médico (lo
comprobé con mi nieta
Narella) y
comienza a llorar, aún
antes de que el profesional la
revise. ¿Qué mecanismo
hace que el bebé llore? ¿El
consciente o el inconsciente?
Ambos: Si consideramos
como inconsciente a
la mente reactiva, esta intenta
defenderse de la supuesta
agresión y el bebé reacciona
en forma de llanto. Pero esa
agresión fue previamente
detectada por la mente
analítica de la criatura que, a
su manera y
ofuscada por la mente reactiva, mal
interpretó la revisación médica.