EL DEMIURGO

 

Por Jorge Raúl Olguín.

 

René Guénon explicaba que hay unos cuantos problemas que constantemente han preocupado a los hombres, pero el que se ha presentado generalmente como más difícil de resolver es el del origen del Mal, con el que han topado, como si fuera un obstáculo infranqueable, la mayoría de los filósofos y sobre todo los teólogos: "¿Si Deus est, unde Malum? ¿Si non est, unde Bonum?" (“¿Si Dios es, entonces de dónde el Mal? ¿Si no es, entonces de dónde el Bien?"). Este dilema es, en efecto, insoluble para aquellos que consideran la Creación como la Obra directa de Dios, y que, en consecuencia, están obligados a responsabilizarle del Bien y del Mal. Se dirá sin duda que esta responsabilidad es atenuada, en cierta medida, por la libertad de las criaturas; pero, si las criaturas pueden escoger entre el Bien y el Mal, es que uno y otro existían ya, al menos en principio; y si las criaturas son susceptibles de decidirse a veces en favor del Mal en lugar de hacerlo siempre hacia el Bien, es que son imperfectas. ¿Cómo entonces Dios, si es perfecto, ha podido crear seres imperfectos?

 

(El Libre Albedrío Divino que, junto con el Amor, son los dos regalos más preciados que nos dejó EL ABSOLUTO, nos permiten optar. Y si bien fuimos creados en la Luz, nuestro espíritu posee mente reactiva, donde se aloja el Ego. Y esa es la causa de la dualidad perfección-imperfección. Pero no debemos interpretar a esa dualidad como la oposición del Ser y del No-Ser, ya que todo lo dual es tangible y una errónea interpretación mostraría una relación entre lo manifestado y lo no-manifestado).

 

Es evidente que lo Perfecto no puede engendrar imperfección, ya que, si esto fuera posible, lo Perfecto debería contener en sí mismo lo imperfecto en estado principal, con lo que dejaría de ser lo Perfecto. Lo imperfecto no puede entonces proceder de lo Perfecto por vía de emanación; entonces no podría resultar más que de la creación "ex nihilo", ¿pero cómo admitir que algo pueda proceder de la nada, o, en otros términos, que pueda existir alguna cosa carente de principio? Por otra parte, admitir la creación "ex nihilo" sería admitir el aniquilamiento final de los seres creados, ya que lo que ha tenido un comienzo debe también tener un final, y no hay nada más ilógico que hablar de inmortalidad en tal hipótesis. Pero la creación así entendida es un absurdo, puesto que es contraria al principio de causalidad, que es innegable para todo hombre sincero y medianamente razonable, con lo que podemos decir al igual que Lucrecio: "Ex nihilo nihil, ad nihilum nihil posse reverti." ("De la nada, nada surge; y a la nada, nada puede retornar").

 

(Una interpretación más profunda indica que no necesariamente lo no-manifestado procede de la nada, ya que EL ABSOLUTO [cuando no está manifestado] se encuentra en una singularidad y [en determinado instante] un 10% de su Esencia deja esa singularidad para manifestarse en la Creación a través de un Big Bang.

Miles de millones de años después, esa Esencia Creadora deja de manifestarse y vuelve en su totalidad a la singularidad, produciendo el Big Crunch).

 

No puede haber nada que carezca de principio; pero ¿cuál es este principio?, y, en realidad ¿no hay más que un Principio único de todas las cosas? Si se considera el Universo total, es evidente que contiene todas las cosas, puesto que todas las partes están contenidas en el Todo. Por otro lado, el Todo es necesariamente ilimitado, ya que, si tuviera un límite, lo que hubiera más allá de este límite no estaría comprendido por el Todo, siendo esta suposición completamente absurda. Lo que carece de límite puede ser llamado Infinito, y como lo contiene todo, es el principio de todas las cosas. Por otra parte el Infinito es necesariamente "uno", porque dos Infinitos que no fueran idénticos se excluirían el uno al otro; resultando de esto que no hay más que un Principio único de todas las cosas, y este Principio es lo Perfecto, pues el Infinito sólo puede ser tal si es lo Perfecto.

 

(Lo infinito no puede expandirse, por lo tanto la Creación no es infinita, lo cual no impide que sea perfecta. Lo que no se han preguntado es: -¿En qué medio se expande dicha Creación? ¿Y si ese medio es la verdadera Nada?).

 

Así lo Perfecto es el Principio supremo, la Causa primera, que contiene todas las cosas y las ha producido todas; pero entonces, puesto que no hay más que un Principio único, ¿de dónde salen todas las oposiciones que normalmente se consideran en el Universo: el Ser y el No-Ser, el Espíritu y la Materia, el Bien y el Mal? Nos encontramos aquí con la misma pregunta del comienzo, y ahora podemos formularla de una manera más general: ¿cómo ha podido la Unidad producir la Dualidad?

 

(En realidad EL ABSOLUTO es el TODO… el Ser y el No-Ser, el Espíritu y la Materia, el Bien y el Mal… y también la Unidad, la Dualidad y la Multiplicidad).

 

Los errores, o, mejor dicho, las verdades relativas, no son sino fragmentos de la Verdad total; es pues la fragmentación la que produce la relatividad, y en consecuencia, podríamos decir que, si relatividad fuera realmente sinónimo de imperfección, podría considerarse como causa del Mal. Pero el Mal sólo es tal cuando se lo distingue del Bien. Si llamamos Bien a lo Perfecto, realmente lo relativo no es algo distinto, ya que en principio está contenido en El; entonces, desde el punto de vista universal, el Mal no existe. Existirá únicamente si consideramos las cosas bajo un aspecto fragmentario y analítico, separándolas de su Principio común, en lugar de considerarlas sintéticamente como contenidas en este Principio, que es la Perfección. Así es creado lo imperfecto; el Mal y el Bien son creados al distinguirlos el uno del otro, y, si no hay Mal, no hay motivo para referirse al Bien en el sentido ordinario de esta palabra, sino únicamente a la Perfección. Es pues la fatal ilusión del Dualismo la que realiza el Bien y el Mal, y que, considerando las cosas bajo un punto de vista particularizado, sustituye a la Unidad por la Multiplicidad, y encierra así a los seres sobre los cuales ejerce su poder en el dominio de la confusión y de la división. Este dominio es el Imperio del Demiurgo.

 

(¿Qué es lo que alimenta nuestra Sombra y que impide que la confrontemos? Nuestro Ego. ¿Y qué aviva la llama de nuestro ego, de nuestros temores, de nuestras supuestas culpas? Otras criaturas que también forman parte de EL ABSOLUTO… criaturas imperfectas a las que podríamos denominar el Mal, pero que nosotros [seres vulnerables] les damos cabida para ello.

Esas criaturas forman parte de la Creación, son intangibles, son suprafísicas, mas, al igual que nosotros, son parte de la Esencia Divina.

El DEMIURGO no, pues no mora en la Creación, sino en la NADA, esa Nada donde se expande nuestro Universo. Por lo tanto, el DEMIURGO no es una criatura de DIOS. Y ese es el gran error de concepto que viene desde la antigüedad… creer que un Eloah dominado por su propio ego y sus ansias de poder para dominar una pequeña región de un minúsculo planeta es el DEMIURGO).