Relatos sobre Aldebarán IV
Vivencias de Dilor
Me encuentro aquí en este momento reunido, estoy rodeado de luz y también percibo varios seres negativos que siempre interfieren.
Voy a
relatar una pequeña gran vivencia que tuve en el 4º planeta de Aldebaran, hace
muchísimo tiempo atrás.
Mi nombre era Dilor, era un joven como diríais vosotros en la Tierra, “pecoso”, de cabello rojizo, de ojos celeste-verdosos, atractivo quizás, aunque daba la imagen de débil. Estuve saliendo con una joven, ella se llamaba Darnia, cabello color oro, muy muy clarito casi blanco, ojos grises, completamente grisados, color metal, una mirada fría, llegamos a salir 9 de vuestros meses, ella era 3 años mayor que yo.
Recuerdo cuando me dijo:
-Tengo
que alejarme de ti-
-Le
pregunto: ¿por qué te tienes que alejar de mí?-
luego se distanció de mí y me gritó en la cara: -¡Es evidente el por qué!
Protesté:
-¡No, para mí no es evidente!
¡Y no me precio de ser una persona tonta!, no seré
superlativamente inteligente, pero tampoco me precio de ser una persona tonta,
me doy cuenta de las cosas-
-¡No..., no me llenas!, me decía ella-
Le
inquiero:
-¿intimamente?-
-No, no
se trata de intimar, no se trata de dialogar, se trata de
todo
en general, ¡no me
vendes seguridad!, a ver, dime Dilor ¿quién tiene más carácter de nosotros dos?-
-No sé,
yo creo...-
-¡No,
te pregunté quien tiene más carácter de nosotros dos!-
Le
respondo:
-Supongo que los dos tenemos carácter-
-A ver,
cuándo vamos al teatro del poblado, ¿quién decide ir al teatro?-
-Tú-
-Cuando
por la noche vamos a la posada a tomar la bebida espumante, ¿quien decide ir?-
-Tú-
-Cuando
te quedas en mi casa, y te quedas hasta la madrugada, ¿quién te busca?-
-Tú-
-La vez
pasada, que tengo la prima segunda, Clomir, que esos jóvenes la molestaran,
¿quién saltó
para defenderla?-
-Tú,
pero... porque no interesaba pelear, aparte... yo no manejo la espada-
-¿Y por
qué no la manejas?
-¿Y
por qué tendría que manejarla? ¿O
soy más hombre si
fuera el más grande de los
espadachines?, ¿Por qué todos tenemos que ser como Ligor?,
Si hay poetas, hay
sembradores... si todos fueran guerreros, ¿quién cultivaría aquí?, ¿con quien te
reirías los fines de semana en el teatro?, ¿qué escritos consultarías?-
-Está
bien, habrá gente que le gustan los escritores, los poetas, los actores de
teatro, los cómicos, los labradores, ¡a mí no!-Y
entonces,
¿por qué estuviste conmigo tanto tiempo?-
-Eso
me pregunto yo, por eso te digo es evidente que te tienes que dar cuenta de que
no somos iguales, ¡no...no me llenas!, yo tengo otra expectativa-
Con
todo mi ego que tenía en ese momento, ¡sacado, completamente egóico!, le dije:
-¡claro!, tal vez preferirías un gigante, que tenga sexo contigo todas las
noches, y que apenas pueda balbucear 2 palabras, porque la materia gris de su
cerebro es marrón, tal vez prefieras eso, una persona que sepa empuñar la
espada, pero que no sepa empuñar una pluma para escribir, ¡un tonto a quien
dirigir!-
-¡No
seas
necio!- me
espetó ella
-No hace falta irse al otro extremo, ¡tú eres
blando, eres blando, eres nada!, tampoco me interesa una bestia bruta, como los
que hay en el norte, esos cretinos que solamente ¡batallan!, y no saben siquiera
contar hasta diez, no me interesa eso tampoco, ¡alguien como Ligor me
interesaría... te veo muy insuficiente!-
-No
tengo ningún problema en ser tu amigo- le dije yo, para no perderla del todo-
-¡Sí,
mientras no pretendas nada de mí, y si algún día me ves con otra persona, que no
me hagas ninguna escena, ni pongas cara de nada... no me molesta que sigamos
hablando!-
Y
dejamos de vernos, yo todavía tenía a mi madre, ella no, ella vivía sola, a
pesar de ser mujer, hacía trabajo de hombres, trabajaba con cueros, preparaba
cueros, hacía calzados, yo trabajaba con telas, o sea que, hacía un trabajo más
femenino yo que ella, hasta que conocí a Cribel. Cribel era un “mestizo” que
venía del noroeste, era un mestizo que tenía los ojos rasgados como un oriental,
porque sabéis que en Aldebaran
IV hay todavía orientales con los ojos rasgados como
vuestros orientales de Sol 3, de Japon, China, Corea, etc. Y nos conocimos...
él estaba interesado en llevar unas telas para sus familiares y..
-No
tengo problemas- me dice
-en pagarte una renta, me quedaré un tiempo contigo y si
tú me enseñas a trabajar con las telas, yo te enseñaré “el arte de la landna”-
-¿Qué
es eso?-
-La
landna es una espada que tiene un filo tremendo, quizás parece más frágil que
las espadas del norte, pero es mucho más manejable, más filosa, y mientras uno
del norte tiene tiempo en levantar una espada, tú con esta
ya
le cortas el brazo-
Y me
interesó mucho el tema, y le digo
-¿landna es el nombre de este sable?-
-No-
respondió
-Es una variedad
de espada, es bastante curva... a ver, extiende tu
brazo, ¡tienes brazo fuerte a pesar de haber trabajado solo con telas!-
-Bueno,
no... siendo más joven, antes de que yo trabajara, de pequeño siempre me gusto el
deporte, jugaba con una bola de cuero, y la lanzaba lejos, y otro la tenía que
atrapar... entonces hacíamos volar la bola por los aires y el que la atrapaba
ganaba puntos-
-Si, es
cierto... en mi tierra también se juega a eso, es una maravilla, y ese
juego
te ha dado
piernas y brazos-
-Si, ya
estoy grande para jugar a eso, espero que en algún momento haya campeonatos de
adultos, con el juego del cuero volador..., bueno, pero dime... ¿cómo es el
tema de las espadas?-
-Bueno,
esta curva que tú ves se usa mucho en oriente, en la parte de oriente, en esos
pueblos que todos llevan la barba, esta se llama landna, después está la kota...
la kota es apenas curva.
Toma, mira, prueba esta..., ¡espera, espera, cuidado,
deja que yo me aleje!
No la acerques a tu cuerpo, con el brazo semi-extendido,
¡juega con ella, tómale el peso!-
-¡Me
gusta, es bueno!-
La
kota, aquí en Sol 3 se escribiría con la letra “k”, y era muy similar a la
katana japonesa y justamente para practicar,
lo hacíamos con las kotas de
madera, como aquellos que recién empiezan a practicar con el sable samurai. Se
quedo 6 de vuestros meses terrestres, y en ese lapso , todos los días, una de
vuestras horas practicábamos ataque y defensa, al punto tal que llegué a ser un
eximio espadachín con la kota.
-¡La
manejas como si hubieras nacido con ella!, me dijo-
-La
verdad, ¡ahora no podría estar sin ella, para mí es una maravilla!, ¿como podría
obtener una de verdad?-
-Bueno,
mira, ¿tienes quien se quede en tus tierras?-
-Si,
tengo un primo, Rafmo, que vive a pocas
líneas de aquí-
-Bueno,
déjale a cargo tu casa, toma un carro con un “hoyuman” y trae algunas telas, que
las vamos a comerciar allá, aparte de las que me has vendido a mí, y podrás tener
una excelente kota-
Estuvimos una jornada de varios días, hasta que llegué a las tierras orientales,
y allí pude comprar, o mejor dicho, canjear, por algunos rollos de tela, ¡una
kota excelente!.
El arma tenía un
equilibrio tremendo.
Y se
desarrolló un torneo en esa época, un torneo de esgrima donde se usaban las kota
de madera, quien fuera mi maestro no participó...
él había ganado los 2
ante-últimos torneos, y al perder el último con Kronus se retiró. Lo conocí a
Kronus,
era
un gigante moreno
que
me llevaba más de media cabeza de altura, y yo le dije
a Cribel:
-Me
conformo con
llegar entre los 10
mejores-
Éramos 64 participantes y se eliminaban, quedando 32, 16, 8,
4
y así-
La
primera pelea fue dificilísima para mí, era a tres puntos, tres puntos que
podían ser toque directo, o corte, corte con filo, o toque directo como
atravesando con la kota. Había gente que salía lastimada, porque si bien era
madera, los golpes
dados con la punta o los golpes para cercenar,
llegaban a golpear
fuerte...
más si te golpeaban en el cuello o en la cabeza, pero tenía tantos nervios que
en el primer
combate del torneo ya iba perdiendo dos a cero, hasta que lo
remonté y gané tres a dos. Tuve tremendos retos de parte de
Cribel:
-¿Qué
pasa contigo?
-Es que
estoy nervioso-
-¡No,
tú no estás!
-¿Cómo
que
no estoy?
-¡Tú no
estás, tú no existes,
deja tu mente quieta, tus manos y la espada, no
pienses en ti, despersonalízate, tú no estás, tú no estás, tú no tienes nada que
ver en este momento!
Solo déjate fluir-
-No
entiendo, ¿qué significa yo no estoy?-
-Haz de
cuenta que... estás mirando una obra de teatro donde hay 2 espadachines-
-¡Sí,
pero soy yo el que empuño la espada, soy yo el que empuño la kota!-
-No
importa, haz de cuenta que tú estas fuera de tu cuerpo, es solamente... tus
ojos, ni siquiera tienes que mirar a los ojos de tu adversario, mira los
movimientos, ¡anúlalos,
anticípate!, y haz tus movimientos-
Ya
quedábamos 32, al segundo rival le gané tres a cero, era un rival joven, también
temeroso, no le dí tiempo a pensar, porque yo no pensé, ¡actué!, como me dijo
Cribel.
Volví a
ganar otra vez más, ya quedábamos 16.
-¡Bueno,
ahora a descansar!
Cenaremos algunas verduras, vas a tomar un poco de jugo de
raíces, nada fermentado, tienes que tener la mente lúcida, porque el vapor te
atontará-
-No, de
todas maneras no tomo nada fermentado, algunas veces lo hacía para aparentar con
una joven con la que salía-
-¡Oh!,
¿y que pasó?-
-Me
dejó, porque dijo que yo no era suficiente para ella...
decía que trabajaba
con telas y que a ella no la protegía, que me veía como a alguien indefenso-
-Bueno,
no sería para ti-
-No, yo
quise cambiar-
-Pero
si tú cambias, dejas de ser quien eres, ¡tú no tienes que cambiar!-
-Se
burlan hasta de mi nombre, Dilor... Dilor es un nombre como de persona débil, yo
veo nombres fuertes, nombres de
gente que parecen grandes guerreros,
como Krobus, como Limbus-
-Dilor,
¿quieres cambiarte el nombre?, ¡cámbiatelo!, pero el nombre no hace al Ser, al
Ser lo hace su actitud, su forma de ser, el nombre no tiene nada que ver, yo
creo que es al revés, yo creo que es el Ser el que hace al nombre, el nombre
transciende por la actitud del Ser-
-No
entiendo lo que me quieres decir-
-¡Ya lo
entenderás!, ahora termina de comer, bebe y duerme, ¡que mañana tienes otros 2
combates!
Gané el
3º, tres a uno y también con reto...
-¿Cómo
te has dejado tocar una vez?-
-¡Pero
si gané tres a uno!-
-Tienes
que ganar tres a cero-
Al
final quedaron 8, ya estaba entre los 8 mejores... al tercer día combatí contra un
oriental por primera vez.
Yo los respetaba, me sentía completamente nervioso,
¡sudaba de tan nervioso que estaba!, quien fuera mi maestro me dice:
-¿Qué
te sucede?-
-Es un
oriental-
-¡Sí ya
lo ví!, ¿y?-
-¡Y
ellos son maestros en el arte de esto!-
-¡No se
es maestro por ser oriental, por ser nórdico, por ser ecuatorial!..., ¿empezamos
de nuevo?, primero me sales con que tu nombre es un nombre débil, y yo te digo
de que no es un nombre débil, el nombre es lo que es la persona, si a ti te ven
como omnipotente, tu nombre va a ser omnipotente, ahora ya te das por vencido
porque vas a luchar contra un oriental..., ¡tú no estas, son tus ojos, son tus
manos, la prolongación de tus manos es la kota!-
Y le
gané tres a uno...
¡Le
gané tres a uno!
Finalmente se dio lo que mi espíritu esperaba, estando yo encarnado como
Dilor,
se dio que llegué a la final con este gigante, moreno, que le había ganado la
final del año pasado a mi maestro. ¡Era imponente,
tenía que mirar hacía arriba,
unos brazos, unas muñecas, una mirada oscura que te taladraba!
-No me
vengas ahora con que.. son mis ojos, con que es mi mano, porque enfrente tengo
un monstruo-
-Está bien, ¡enfrente tienes un monstruo, déjate
tocar las tres veces y ya está, pierde, es más fácil... o puedes enfrentar tu
miedo,
piensa que él es grande...
y si es grande, también es torpe!-
-¡Pero
te ganó a ti!
-Me
agarró en un mal día...
aparte,
tú eres joven, eres una persona absolutamente joven, te falta el convencimiento-
-¿Dónde?-
-¡Aquí!-
Y me
tocó la frente.
Aspiré hondo y empezó el combate, 16 veces nos tocamos las espadas, hasta que finalmente los 2 nos dimos en el cuello, fue uno a uno, porque cuando se golpeaban los dos, contaban punto para los dos, nos volvimos a tocar de vuelta, por una centésima de segundo, me toco el pecho primero y le toqué yo después, pero en un combate real hubiéramos sido heridos los dos, así que punto y punto, dos a dos... miro hacia el costado izquierdo, y veo los ojos seguros de Cribel, que asiente con la cabeza, y veo que mueve los pies, era una señal, entonces empecé a bailar al lado del gigante moreno. En determinado momento, veo de costado con el rabillo del ojo, que me va a tocar en la espalda y bajo mi kota, le paro el golpe, doy una media vuelta hacia mi izquierda y lo toco yo en su costado, punto, gano tres a dos y gano el torneo, me pongo de rodillas y ¡tenía los ojos bañados en lágrimas, no lo podía creer!, Hace poco tiempo atrás no sabía usar esto, y ahora salgo campeón... me dieron una pequeña medalla, y le digo a Cribel, ¡he nacido para esto!, de repente una mano gigante me toca el hombro, me doy vuelta, y era el gigante moreno: -No te olvides que esto es de madera, no sé si tendrías las agallas de un combate real.
Bajo la vista y no le respondo, luego cenando le digo a Cribel: -Es cierto, si yo tenía nervios en un torneo donde no perdía nada, más que mi orgullo, no podría tener el coraje de, como hacen algunos de vuestros guerreros, que están arriba de un Hoyuman, teniendo las riendas con una mano y con la otra espadean, y hasta pueden morir ensangrentados, no podría.
Me tocó la frente y me dijo:
-¡Está
todo acá!,
Si tú te niegas es lógico que no vas a poder-
-¡Pero no entiendo tu razonamiento,
Cribel, porque con
ese criterio todo el mundo puede y todo el mundo saldría primero, y no es así,
hay un primero, un segundo, un tercero, un décimo... no es así!,
No es tan fácil... yo
creo ser bueno con los números, me considero muy bueno con los números, entonces
vamos a hacer un juego, de repente tienes 10 discípulos, a los 10 les dices:
-Está todo aquí, está todo en la mente, sal de tu cuerpo, sé tus ojos, sé tus
manos-, ¡uno va a ganar y los otros nueve no!, entonces,
¡esa famosa táctica falla!-
-¡A ti
no te falló!-
-Está
bien, pero les falló a los otros, porque los otros también tendrán gente que les
haya dicho lo tenían que hacer-
-¿Tú
has ganado?
-Sí-
-¿Qué
te cuestionas entonces?, ¿por qué vives cuestionándote las cosas?, ¿por qué no
aceptas las cosas como son?, si pierdes, pierdes, si ganas, ganas, ¿qué te
conforma?
-No sé
que me conforma, porque a mí me gusta que las cosas cierren, me gusta que las
cosas encastren, me gusta que las cosas tengan lógica.
¡no voy a ganar
siempre! -
-¡No!,
¿y qué?-
-Y el
día de mañana si estoy en una batalla de verdad, porque ahora le tomé el gusto a
esto, me gustaría experimentar una batalla-
-¿Te
interesa matar gente?-
-¡No!,
jamás maté a nadie, pero... alguna vez me ví en un apuro donde me hubiera
gustado tener una kota y enfrentarlos, pero apenas sabía
cortar telas...-
-Te
acompaño hasta el desfiladero y luego sigues con el carro para tu pueblo y
espero que nos sigamos viendo, y
también
espero que tengas suerte en tu vida-
-¡Gracias,
Cribel!-
Fuimos
con otro compañero, Optik, que también sabía usar la kota, y en el camino tuve la
oportunidad de probarme, porque estaban los famosos asaltantes de las rocas, que
venían con pequeñas máscaras, que se llevaban telas, granos de los cultivos, o
lo que encontraran, y eran 5 quienes nos asaltaron.
Nosotros éramos 3, y los
enfrentamos, luché bien, y eso que me contuve, porque traté de no matar a
ninguno, al
primero le abrí parte del muslo, lo inutilicé... al segundo le herí en el
costado izquierdo, también lo inutilicé.
Cribel mató a uno y inutilizó al otro,
y el otro joven inutilizó al 5º, me sentí contento por dos razones: primero,
porque fue mi bautismo de sangre, ¡de sangre dentro, no mía!, y segundo, porque
no le quité la vida a nadie, pero
Cribel hizo correr la noticia, era una de las
pocas veces que los expertos asaltantes de las rocas eran vencidos, porque no
eran cinco, ¡habían cientos!, un grupo de 5 fue vencido por 3, ¡era la primera
vez en años!.
No sé
como corren las noticias, porque en Aldebaran
IV
no existen
los telégrafos. Las noticias corren de boca
en boca, más rápido que el relámpago. Sé que cuando llegué a mi pueblo varios ya
sabían lo que había pasado, aparte me vieron la kota colgada de la espalda, mi fama
me precedió... fama de nada, porque no hice nada,
-¡Has
vencido sólo a 10 asaltantes de las rocas!, ¡has vencido a 15, has vencido a
20!-
-¡No,
no he vencido a nadie!, eramos tres, vencimos a cinco, uno sólo llego a morir,
no era yo solo-
-Sí,
pero han comentado que eran como 12 asaltantes y ustedes 2 solos-
-No, no...
éramos 3 y
ellos
eran 5-
Pero
los rumores falsos, prenden más rápido, como reguero de pólvora, que una noticia
verdadera, a los tres meses, bueno, ¡eran 100 asaltantes de las rocas, mi espada
era un remolino...
¡Era cómico, verdaderamente era cómico!, pero, ¿como
desmentirlo?.
¿Y
quien apareció?, mi expareja, con otra mirada:
-Hola-
-Hola, que tal?
-Así
que... ¿lo
estuviste ocultando durante mucho tiempo que eras experto en kota?-
-No,
aprendí
la técnica
luego que dejamos de vernos-
-¡Eso
no te lo cree nadie, porque no se aprende de un día para el otro, y tú eres
experto.
Tendrías que vivir en la zona norte donde hay guerras para mostrar tu
valía!-
-No
necesito mostrar nada-
-A
propósito, hoy que vas a hacer?
Me gustaría que me acompañaras-
-Hoy tengo cosas que hacer, y no deseo acompañarte- le contesté.
-¿Y
cuando vas a estar disponible para mí?-
-Yo no
estoy disponible, yo decido cuando puedo, o cuando no, y no sé si tendré tiempo
para ti, porque tengo tres jóvenes
mujeres que me están esperando en el poblado, ¡así
que ya veremos!-
Y la
ahuyenté.
No fue
lo que quería, porque me hubiera gustado echarle en cara muchas cosas, pero no
solamente había aprendido el arte de la esgrima oriental, había aprendido a no
desquitarme.
Si bien es cierto que estuve bastante
pedante con ella, pero no
me interesó echarle en cara que ya no me
atraía.
Y como
algunas veces, no todas las veces... algunas veces la vida te da recompensas,
conocí a una joven
,Abazel, que era absolutamente, absolutamente hermosa,
absolutamente bella, era pelirroja también, y verdaderamente, verdaderamente fue
mi pareja para toda la vida que yo estuve en Aldebaran
IV.
Muy
pocas veces, utilicé la espada, muy pocas veces, muy, muy pocas veces… seguí con
mis telas, le enseñé el telado a la que fue mi pareja, y nunca más ví a la que
había sido mi “ex”, y hasta el día de hoy en esa vida no entendía como pude
haberme deslumbrado por la otra, ¡gracias por escucharme!