El Doble Humano y el
Guardián del Umbral

 

Emilio Sáinz comentaba que todo el ocultismo y esoterismo que nos ha llegado hasta nuestros tiempos se ha ocupado, de una forma más o menos explícita, más o menos “es/xotérica”, de una temática  como la que nos va a ocupar en el presente artículo, tan misteriosa como esencial en el desarrollo iniciático de los aspirantes y discípulos de todas las escuelas, sean éstas orientales u occidentales. Tanto los primeros teósofos, ya sea H. P. Blavatsky, como sus seguidores Sinnet, Leadbeater, Beasant, Powell y otros posteriores, como Alice Bailey y la Escuela Arcana en toda la extensa temática estudiada bajo la inspiración del Maestro Tibetano, así como las escuelas occidentales esotéricas cristianas como Max Heindel y sus Rosacruces o los Antropósofos con R. Steiner a la cabeza, han tocado más o menos intensa y explícitamente ambos temas. Del conocimiento que tales ocultistas, con sus diversos  enfoques y matices, nos han legado vamos a intentar hacer una síntesis multiabarcante y sintética en este artículo.
 

En su intención de exponer al conocimiento público sus relativamente extensos estudios sobre los dos asuntos en cuestión, precisamente por la importancia que adquieren tales figuras en la Iniciación y en todo el período probatorio y de preparación por el que ha de atravesar todo aspirante o discípulo que se permita llamar a las puertas del umbral del mundo suprasensible espiritual, o incluso de todo aquel estudiante en el desarrollo de sus facultades superiores, ha sido el director del movimiento antroposófico Rudolf Steiner el que se ha ocupado de manera más expresa y profunda del llamado “Doppleganger” y asimismo del doble concepto del Guardián del Umbral en múltiples conferencias públicas y algunos de sus textos más conocidos (esencialmente su “Teosofía”, o en “Cómo conocer los mundos superiores”, en “La Ciencia Oculta” y en otros textos de manera más somera), siempre sobre la base de sus propias investigaciones clarividentes y su propia experiencia iniciática.

El Doppleganger o Doble Humano en Steiner

La “sombra” a la que Jung dedicó una gran parte de su investigación psicológica como centro de todos los resortes subconscientes de la estructura mental humana, equiparándola al “doble” contrapuesto al “yo”, ha sido objeto de la atención de toda una pléyade de humanistas tanto espiritualistas como materialistas, y así autores de toda índole han observado el tema desde muy diversas perspectivas, desde Sri Aurobindo hasta Ravencroft, desde R. Stevenson en su “Dr. Jekyll and Mr. Hyde” a Stein en sus estudios acerca del Vudú, pero nadie como Steiner ha visto sus entresijos y su misión espiritual en el proceso evolutivo del hombre y de la humanidad en su conjunto.

En tal sentido R. Steiner afirmó, desde la experiencia de su propia visión y estudio, que tan intrínseca es la relación de este ser con el hombre que, poco antes de que nazca todo ser humano, un “ente” espiritual de los llamados espíritus ahrimánicos (véase en este mismo nº 6 de esta revista Biosofia un artículo sobre tales seres en relación con los espíritus luciféricos) penetraba en nuestro cuerpo, tomando allí posesión de nuestra parte inconsciente. Tal tipo de seres pasan su vida ocupando cuerpos humanos, y se caracterizan por su extraordinaria inteligencia y su desarrollada y potente voluntad, pero a la vez carecen de ninguna calidez afectiva, de manera que el hombre de nuestros días pasa toda su vida con un ser Doble de esta clase en su interior junto a sus almas y diversos cuerpos, un ente que es infinitamente más inteligente y hábil que nosotros mismos. Pero hay que decir que su inteligencia es de un tipo de entendimiento y comprensión que podríamos llamar “Mefistofélica” y de una voluntad o determinación resolutoria que también podríamos definir como “Ahrimánica”, tremendamente fuerte y poderosa. Podríamos decir asimismo que existe una electricidad en nuestro sistema nervioso y que esas corrientes eléctricas devienen también de ese ser ahrimánico: el Doble o “Doppleganger”. 
 

Tales seres decidieron un día por su propia voluntad que no querían vivir en el mundo al que habían sido destinados por la sabiduría de las Jerarquías Superiores, y quisieron conquistar la tierra, para lo cual necesitaban el cuerpo correspondiente, ya que ellos carecían de cuerpo apropiado al efecto. Y en su consecuencia habitan nuestro cuerpo desde que nacemos, pero sin embargo hay una sola cosa que no pueden llegar a vivenciar de la vida humana, que es precisamente la muerte. Por lo cual están obligados a salir del cuerpo humano cuando se produce la muerte de ese cuerpo en el que habitan, aunque en contra de su voluntad, pues sería para ellos un gran logro en su propio reino poder permanecer en el cuerpo humano más allá de la muerte.

Puede decirse sin lugar a dudas que si Cristo no hubiera pasado por el Misterio del Gólgota estos seres hubieran triunfado en su propósito de pasar al mundo espiritual a través de la muerte bajo un cuerpo de naturaleza humana, y en tal caso ellos hubieran triunfado completamente en su objetivo  de convertirse en los Señores de la evolución humana en la tierra.

Es de fundamental importancia para el alma humana, nos dice Steiner,  que cuando atraviesa el umbral de la muerte  y recoge retrospectivamente todo el recorrido de su vida, pueda entender el contenido y significación de todas sus experiencias. Pero el hombre no tiene suficiente comprensión como para poder entender toda su vida en esa retrospección si un ser como el Ahriman, que le ha acompañado a lo largo de su vida, no le ilumina el entendimiento en tal sentido, pues es él quien ha estado presente en todo momento desde nuestro nacimiento.

Este Doble, de carácter ahrimánico-mefistofélico, que todo hombre lleva dentro de sí mismo, es el autor de toda enfermedad física que surge de su interior, de cualquier dolencia orgánica causada desde el alma humana, así como su hermano y colaborador, el espíritu luciférico, es a su vez el causante de toda enfermedad de índole nerviosa, neurótica o histérica. Por lo tanto, afirma Steiner en ambos casos la medicina curativa de las perturbaciones y dolencias tanto orgánicas como psicológicas debiera ser espiritual, y de poco sirven a la larga los parches estrictamente psicoanaliticos o quirúrgicos si no se enfoca el problema en el ámbito de las causas espirituales.  Y, entre otras cosas, es así porque el Doble está directamente relacionado con las fuerzas magnéticas, telúricas y eléctricas de la tierra, hasta tal punto que las lineas de conducción energética y vital afectantes a la salud corporal y psíquica dependen de su influencia, pudiéndose afirmar que el hombre viene a nacer en determinado lugar geográfico de la tierra por influencia de estos seres, en función de su relación terráquea.

Sin embargo aunque el aspirante espiritual perciba su existencia e intuya sus movimientos en su interior no podrá encontrarse con él directamente hasta que no haya desarrollado las fuerzas y el conocimiento espiritual imprescindibles, pues en otro caso tal encuentro podría causar en el discípulo una grave depresión energética y vital, un susto de verdadero e incontrolable terror, o simplemente un cadena de errores y desviaciones y perturbaciones psicológicas. Se requieren por tanto unas condiciones muy específicas, en cuya preparación intervendrá ese mismo Doble, de forma que el paulatino acceso a su presencia irá ocurriendo en la medida que el neófito vaya afinando sus facultades de percepción espiritual que eventualmente le permitirán transcender el umbral del mundo suprasensible y espiritual del alma y del espíritu. Un auténtico y apropiado entrenamiento conducirá al estudiante de la ciencia espiritual al reino de la verdad, atravesando el reino de la ilusión, el engaño y la fantasía que promueve el Doble. El encuentro con esa figura energética y espiritual será el último test para poder determinar si el aspirante está en una posición suficientemente consolidada como para afrontar su propia naturaleza histórica, la síntesis de todas sus personalidades.

Las formas astrales-etéricas del mundo elemental y el Doble Humano

Cuando un Espíritu de la Sabiduría, o un Espíritu del Movimiento, o un Espíritu de la Forma (véase el cuadro antes referenciado en esta misma Revista sobre las distintas Jerarquías espirituales) piensan o quieren, tales pensamientos son seres específicos, formas astrales-etéricas del mundo elemental. Y estos seres elementales del pensamiento están hechizados o encantados en la Naturaleza, o con los movimientos de rotación de la tierra y de los planetas, para servir a los seres humanos que evolucionan en el mundo. Y es a través del desarrollo de ciertas formas de comprensión, de sentimiento y de voluntad que el hombre podrá liberar a esos elementales, salvándoles de su hechizamiento en el mundo sensible y a la vez liberándose de su presencia. Tal hechizamiento es el resultado de la condensación de la tierra y los planetas que ha densificado a esos seres atándoles a la materia.

R. Steiner estableció la presencia en el hombre de cuatro categorías diferentes de elementales que habían de ser liberados mediante nuestra disciplina espiritual, a través de la labor de conscienciación del velo de “maya” del mundo sensible y de nuestro conocimiento real de la realidad espiritual suprasensible. Ellos conforman la representación de todo aquello que arrastramos de nuestras encarnaciones previas y a la vez la sustancia astral y etérica que ha de ser concienciada, purificada y liberada para poder tener acceso al mundo espiritual, transcendiendo las barreras del umbral que configura el Doppelganger, de manera que mediante tal sabiduría espiritual los/nos liberaremos, o de otra forma estaremos obligados a arrastrarlos como un lastre que pesa sobre nuestra vida:

1) Los primeros seres son los elementales de la naturaleza conocidos en los cuentos como gnomos, ondinas, elfos y salamandras o seres del fuego. Su liberación depende de nuestra comunión espiritual y amor por la Naturaleza y sus seres. Su no asunción se manifiesta en la obstaculización del desarrollo del pensamiento y en un sentimiento de vacío y angustia frente a la Naturaleza.

2) Los seres de la segunda categoría tiene que ver con el ritmo de la tierra del día y la noche, de manera que siendo un trabajador esforzado y diligente el hombre podrá liberarlos, y no podrá si es indolente, o vago y perezoso, pues afectan a la voluntad, al suscitar en el hombre sentimientos de miedo y parálisis.

3) Los elementales de la tercera categoría están relacionados con el ritmo lunar de alrededor de 28 días, y quedarían liberados por la alegria, el gozo y la paz y serenidad del alma (o en caso contrario permanecerían unidos a nosotros en una vida posterior si mantenemos una actitud de descontento y cerrazón). Afectan al sentimiento y su presencia provoca un desaliento e infelicidad afectiva.

4) Los de la cuarta clase están ligados al ritmo solar de las estaciones y el hombre podrá liberarlos participando religiosamente en tales estaciones experimentando piadosamente los procesos de la Naturaleza. Afectan al desarrollo del Yo en general, y en sí mismos provocan un materialismo y ateismo militante, incitando el odio o agresividad ante toda experiencia espiritual y religiosa.

Estos elementales conforman esa especie de nube o aureola que flota alrededor de cualquier persona y que reconocemos inconscientemente aportándonos un sentimiento de rechazo o atracción instintivos, al proyectar al exterior su estructura energética o astral. Son un aspecto del Doble, un conjunto etérico que en el más allá espiritual constituirían las experiencias terrestres no espiritualizadas, si al no  liberarlas en la muerte las arrastramos con nosotros. En nuestras vidas normales, si no los liberamos, nos traban, nos entorpecen y deprimen, hasta manifestarse como seres tenebrosos y enemistosos, mientras que estando ya liberados y desencantados nos facilitan y apoyan para aumentar nuestras facultades espirituales de pensar, sentir y querer.

Es penetrando el ser del Doble Ahriman por medio del conocimiento, la consciencia, la armonía y el gozo internos, la compasión y la disciplina, cultivando hacia ellos sentimientos de agradecimiento, como podemos liberar a estos seres aprisionados y enganchados en las fuerzas de la materia y encantados en las leyes y procesos de la naturaleza. Pues si el hombre les encadena en su subconsciente, sin conocerlos ni comprenderlos, seguirán siendo esclavos y presos del Señor Ahriman que les gobierna. Con el valor y el entusiasmo necesarios y estableciendo una relación espiritual con la naturaleza, el Yo podrá reconducir a los elementales a su propio cosmos, si ese Yo, una vez que ha reconocido al Doble, lo afronta con valor, irradiando así las fuerzas solares que harán desaparecer las tinieblas provocadas hasta entonces por sus elementales.

Steiner observó por medio de la clarividencia cómo es precisamente el ser humano el que puede ascender y liberar a las cuatro categorías de elementales referidas, constatando que cuando el hombre pasa a través de la muerte tales seres elementales quedan liberados, volviendo a su lugar cósmico de origen, mediante la espiritualización (su vivencia de paz y armonía internas en los momentos de conflicto, o mediante la voluntad y el sacrificio o mediante el ejercicio de la sabiduría) que haya efectuado sobre los mismos ese ser humano en el curso de su vida. Si la mirada del hombre sobre la naturaleza ha sido únicamente materialista y egoísta, si por pereza se ha unido con la noche y con los espíritus de la luna menguante y si a causa de su depresión vital se ha unido a aquellos elementales que se hallan encadenados al sol invernal, entonces su falta de espiritualidad condenará a dichos seres a reeencarnarse con tal hombre en su próxima vida humana en la tierra. Y así la vida humana es un juego permanente entre el hombre y los espíritus que viven encadenados y encantados en nuestro entorno, que han de ser liberados mediante su ascensión a través del hombre a sus elementos de origen.

Las fases de manifestación del Doble

Se sabe que es entre los 42 y los 49 años cuando la acción del Doble es más intensa, en su intento permanente de predominar sobre la personalidad, pues es la llamada fase marciana de la vida humana, en que los demonios elementales de Marte (las fuerzas retardatarias marcianas no liberadas,  de carácter agresivo e incompasivo) se unirán a las fuerzas del Doble, para penetrar violentamente en la vida del hombre, oponerse a su independencia y eliminar su Yo. Tales fuerzas del doble, hasta que sean liberadas, se constituirán en el filtro de los ojos del aspirante, en sus fracasos, su impotencia, sus depresiones y su voluntad paralizada, y en una vida social, familiar y profesional en permanente crisis e inestabilidad, donde el Doble preside negativamente en todos los aspectos posibles

En esta fase tan critica solamente lo puede ayudar el mantenimiento consciente y reiterado en cualidades del alma como la compasión, la tolerancia y la permanente positividad, para una vez atravesado este agitado y peligroso período pasar a la siguiente fase, la de Júpiter (correspondiente a los años 49 a 56), que terminará llevando a la tranquilidad y al equilibrio, aunque posteriormente, a partir de los 56 años, al comenzar el Período llamado por Steiner de Saturno (de los 56 a los 63), todos los problemas acumulados habrán de ser revividos y padecidos de nuevo, para pasar por una verdadera muerte y resurrección, en las condiciones descritas por el fundador del movimiento antroposófico en su libro “Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores”. En esta fase sentimientos de impotencia y melancolía profundas pueden reaparecer en el alma, aunque también puede aparecer un entusiasmo y devoción renovados y una verdadera tolerancia y compasión en el amor por el mundo. Es la última posibilidad de liberar todo lo imperfecto y al mismo Doble. Posteriormente, a partir de los 63 años, se podrá vivir haciendo un don total de sí mismo y aprender a vivir sin ocuparse ya más del antiguo Doble, esforzándose en adquirir los conocimientos  y posibilidades necesarios de cara a la siguiente vida y encarnación.

La vida humana y el Doble Humano

Establece Steiner tres Períodos básicos  de comportamiento, de 21 años cada uno,  ante el Doble. Desde el nacimiento hasta los 21 años sería el período caracterizado por el recibir, y en él hacemos acopio y recibimos todo aquello que hace de nosotros un ser humano: la familia, la comunidad y la cultura y en tal fase el Doble permanece en un segundo plano aunque estorbando y entorpeciendo dicho proceso de adaptación. Desde los 21 a los 42 sobreviene la llamada fase solar de la vida, el Período del asimilar, y en él el Doble impregna con su prisma todos los colores de la vida, reviviéndose retrospectivamente toda la juventud, y el alma ha de sobreponerse a las parálisis, depresiones, mal humor, alienación e indiferencia que surjan. De los 42 a los 63, ya se habrá liberado una parte del Doble, y entramos en el Período del dar, de la receptividad y asimilación previos se pasa a la fase del don de sí , mediante la puesta a la disposición de los demás de los frutos de las experiencias personales vividas hasta entonces.

Este cuadro de las tres fases o períodos de vivencia y enfrentamiento a la experiencia vital del Doble tiene su perfecta equiparación analógica en el marco evolutivo de la Humanidad en su conjunto, pues la liberación del Doble será un problema central en los siguientes  siglos que se avecinan. Sin tal toma de consciencia y liberación, la Humanidad no podrá ascender y progresar hasta la Consciencia-Energía del Yo Espiritual, que constituirá las bases y fundamento de la evolución humana sobre la venidera Cadena de Júpiter.

El Morador en el Umbral y el Angel de la Presencia

Alice Bailey, a lo largo de sus diferentes textos inspirados por el Maestro Djwal Kul, explicitó a esta figura como aquel ser que constituye todos los aferramientos y defectos –mentales, emocionales y físicos- de la personalidad, que limitan la expresión del hombre como alma, y lo definía como la suma total de las fuerzas de la naturaleza interior, según se expresan en la personalidad, antes de la iluminación, de la inspiración y de la iniciación. La personalidad, cuando el Morador aparece, es extremadamente potente, y entonces el Morador  personifica todas las fuerzas psíquicas y mentales que, en el transcurso de las épocas, el hombre ha desarrollado y nutrido cuidadosamente, pudiendo considerársele como el poder de la triple forma material antes de colaborar y dedicarse conscientemente a la vida del alma y a servir a la Jerarquía, a Dios y a la humanidad. Por tanto el Morador sería esencialmente la personalidad, una unidad integrada, compuesta de fuerzas físicas, energía vital, fuerzas astrales y energías mentales, constituyendo la suma total de la naturaleza interior.

Llega un momento en la vida del aspirante en que aparece tal Morador y se le enfrenta desafiando sus propósitos y su progreso, bloqueando la puerta que conduce a la expansión de la vida y a la liberación. Y en ese momento en que el Morador desafía a la libertad del alma humana, el Angel de la Presencia representa la posibilidad divina, señalando al discípulo atento el próximo paso para la liberación. Mientras que el Morador en el Umbral resume en sí las malas tendencias, las limitaciones acumuladas y la suma total de costumbres y deseos egoístas, características de la naturaleza material del aspirante, indicando el pasado con sus limitaciones y malos hábitos, el Angel de la Presencia indica la posibilidad futura y la naturaleza divina. El Morador representa la prueba final para demostrar el valor del hombre, al tratarse de una gigantesca forma mental, una enorme estructura elemental de naturaleza perversa formada a base de ilusión-espejismo-maya, que ha de ser destruída antes de recibir la iniciación

Así como algunos ciclos en la vida del discípulo pueden ser de total enfrentamiento, no será así en otros. Según nos dice el Maestro Tibetano a través de A. Bailey, en una vida el hombre puede estar luchando totalmente contra el Morador en el Umbral u orientándose hacia el Angel de la Presencia, permitiendo así que la energía divina afluya a él. En otra vida puede sucumbir a la influencia de la temible totalidad de sus deseos malignos y materiales o acercarse gradualmente al Angel. Y en otra puede estar continuamente oscilando entre ambos polos, sin ningún esfuerzo consciente. Sin embargo oportunamente viene una vida en la cual la personalidad altamente desarrollada y poderosa llega a ser en sí misma el Morador y el discípulo es enfrentado simultáneamente con el Morador y el Angel, entablándose la batalla de los pares de opuestos, y entonces tiene lugar el mayor conflicto de su experiencia, al entrar lo espiritual y lo material en total oposición. Cuando los deseos del discípulo son correctos y ha hecho un verdadero esfuerzo, en el momento culminante del conflicto entre el bien y el mal, llegará un instante en que pedirá más luz y más poder, mayor comprensión y mayor liberación para poder dar el próximo paso adelante. La respuesta a esa demanda llegará inevitablemente desde la Presencia misma, y surgirá una manifestación de luz, amor y poder.

El Guardián Menor del Umbral en Steiner

Rudolf Steiner distingue la existencia de dos entidades diferenciadas que ejercen ese papel de guarda y preservación del traspaso del umbral que constituye la puerta a mayores cotas de luz y poder espiritual. Y así el encuentro con el llamado “Guardián Menor del Umbral” tiene lugar cuando el hombre ha alcanzado el nivel correspondiente de desarrollo espiritual. Se le describe como un ser autónomo, de aspecto horripilante, que hace necesaria toda la presencia de ánimo y toda la confianza en el sendero del aspirante en el encuentro y enfrentamiento que habrá de producirse con ese cuerpo de maldades y virtudes que representa. Aparece expulsando a la sabiduría oculta que hasta entonces habitaba en el hombre y a las potencias kármicas que le amparaban, para dejarle solo y aislado y así, en medio de su total fragilidad y desprotección, el aspirante habrá de asumir su propio Karma y purificar paciente y disciplinadamente todos sus pasados malos hábitos e instintos guardados en su subconsciente. Hasta que el discipulo se convierta en una entidad perfecta, una vez que haya compensado las faltas de su pasado, el aspirante tendrá que haberse purificado hasta tal punto que no pueda volver a pecar, en cuyo momento ese Guardián Menor se convertirá en un ser de belleza radiante, uniéndose al hombre para formar un solo ser.

Hasta entonces ese ser se retiraba de la personalidad del aspirante en el momento de la muerte, y según su aspecto los “Señores del Karma”, entre la muerte y un nuevo nacimiento, desarrollaban las fuerzas necesarias para poder embellecer a ese Guardián en la siguiente vida, hasta que eventualmente en una vida posterior éste se transforme en un ser bello y perfecto terminando por unirse con el discípulo, lo cual le permitirá a éste, al morir como Yo personal, entrar conscientemente en la inmortalidad y eternidad del mundo suprasensible y espiritual. Cuando el Guardián, que no es sino una creación propia, se despierta y se revela a la visión del discípulo, (como forma astral  que es, constituída a base de todos los pensamientos, sentimientos y acciones, así como instintos, impulsos y deseos egoístas) aparece como el Karma pendiente por ser cumplido y transformado, convirtiéndose en el censor permanente de todas las acciones del discípulo. Es un ser espiritual al que el discípulo ha dado vida independiente, al que hay que transformar, purificar y transcender hasta fusionarse con él, lo que traerá como consecuencia que la próxima muerte y entrada en el mundo espiritual del discípulo será consciente.

A partir del momento en que el aspirante se encuentra al Guardián tendrá que colaborar conscientemente para cumplir la misión de las almas que conforman los grupos a los que pertenece aquél, como son sus espíritus de familia, pueblo o raza, pero esos seres guías le retirarán su protección y dirección, dejando sólo y aislado al discípulo, quien desde entonces habrá de adquirir por su propia cuenta las fuerzas que antes le eran aportadas por esos espíritus de pueblo y raza. Al romperse los lazos entre la voluntad, el pensamiento y el sentimiento con el encuentro con el Guardián, tales espíritus, que le habían proporcionado toda la educación, cultura y principios recibidos de su comunidad social y racial, le abandonan y con ello se le apagan todas las luces espirituales que hasta entonces habían dirigido la vida del discípulo, sumiéndole en la mayor oscuridad. Y en esa situación de desamparo y angustia donde solamente existe la mínima llama o luz del Guardián, el discípulo, sólo y sin guías, deberá de iluminar la oscuridad en la que penetra al rebasar el umbral. El Guardián levanta entonces el velo que ocultaba los misterios de la vida, y el discípulo entiende y comprende las razones de sus hábitos e inclinaciones, lo que le atrae y lo que rechaza, y reconoce a ese ser que vive dentro de él, formado paulatinamente durante sus vidas físicas, y que solo puede ser transformado y desarrollado adquiriendo las facultades necesarias, las cuales provienen y derivan precisamente de su contacto y visión del mundo suprasensible.

El Guardián del Umbral custodia e impide la entrada en el mundo suprasensible, de tal manera que, cuando el hombre fallece, corre un velo sobre los fenómenos superiores de ese mundo, donde el hombre será totalmente impotente e incapaz si en el mundo físico no ha desarrollado las facultades correspondientes, pues solamente cuando en el mundo sensible y físico se hayan desarrollado seres humanos con las facultades necesarias, el mundo suprasensible podrá seguir su evolución, ya que es aquí donde se nos conduce hacia la perfección espiritual para poder dirigir eventualmente al mundo hacia la inmortalidad, tras extraer de lo mortal los frutos de lo inmortal. La enfermedad y la muerte, nos recuerda Steiner, no son más que los efectos de los elementos del pasado, de un mundo en decadencia del otro lado que está en período de extinción, que se expresa en el mundo físico sensorial, y que hay que ir reprimiendo lentamente gracias a los nuevos elementos inmortales que nacen a la vida física y que son transportados por el hombre al mundo suprasensible.

El Guardián Mayor del Umbral

Cuando el aspirante ha llegado a comprender la estructura de lo que tiene que purificar para liberarse, se le aparece una sublime entidad de gran belleza y esplendor, nos dice Steiner, una vez que los cuerpos inferiores se hayan convertido en instrumentos a la disposición del alma la cual así se libera del mundo de los sentidos. Tal ser es el Guardián Mayor del Umbral, quien le expresará al discípulo la absoluta necesidad y obligación de que en lo sucesivo, tras haberse dedicado hasta ese momento a su redención y progreso personal y haberse liberado de las cadenas del primer guardián mediante el desarrollo de las facultades correspondientes a ese paso, habrá de colaborar en la liberación de sus hermanos del mundo físico. Ese Guardián Mayor, como encargado del bien grupal, le vedará la entrada a regiones más elevadas del mundo suprasensible si el aspirante no emplea todas las fuerzas adquiridas en la redención del mundo físico y del género humano.

A partir de entonces le serán presentadas tentaciones poderosas que podrían hacerle caer en el egoísmo espiritual de sus propias facultades y su propia felicidad y satisfacción, que podrían llevarle al llamado sendero negro contrapuesto al sendero de los ocultistas blancos, que solo tienden al desarrollo y liberación de todo ser humano, anteponiendo la devoción abnegada y el sacrificio a todas las facultades espirituales conseguidas.

El segundo Guardián se convierte en el ideal hacia el que ha de tender el aspirante por contraste con los defectos del primer Guardián, pues aquél se convierte en el Cristo, iniciándose así el discípulo en el Misterio profundo del Cristo, “el gran ideal del hombre en la tierra”. El Cristo interno será el Yo Superior, como referencia de la supremacía del alma, a la que constantemente se opone en permanente batalla el Doppelganger, el Ahriman, la cara contraria y sombría que, cerrando continuamente al aspirante toda percepción de los seres espirituales mediante el velo tupido que mantiene sobre lo suprasensible, tiene por misión mantener a toda costa su supremacía de mentira e ilusión como carcelero energético del discípulo.

Sin embargo la función sagrada del Guardián Mayor será de guía favorable pero de carácter inexpugnable e irrevocable, pues o los resultados de sus indicaciones son benéficos o no darán efecto alguno. Hasta que el discípulo no haya demostrado suficientemente su abnegada colaboración y entrega altruista a favor de sus hermanos, el Guardián Mayor mantendrá absolutamente cerrado el umbral de los niveles superiores del mundo espiritual, preservándolo de todo acceso a ese hombre que quedará alejado definitivamente de poder pasar a través de él.

 

PRIMER GUARDIAN DEL UMBRAL

La primera prueba que debe afrontar el candidato a la Iniciación, es la prueba del Guardián del Umbral. Este es el reflejo del "yo", la íntima profundidad del "yo". Muchos son los que fracasan en esta terrible prueba.

El candidato tiene que invocar en los Mundos Internos al Guardián del Umbral. Un espantoso huracán eléctrico precede a la terrible aparición.

La larva del Umbral está armada de un terrible poder hipnótico. Realmente este monstruo tiene toda la horrible fealdad de nuestros propios pecados. Es el espejo vivo de nuestras propias maldades. La lucha es espantosa frente a frente, cuerpo a cuerpo. Si el Guardián vence al candidato, éste queda esclavizado por el horrible monstruo. Si el candidato sale victorioso, el monstruo del umbral huye aterrorizado. Entonces un sonido metálico hace estremecer el universo y el candidato es recibido como renacido en un nuevo Niño. Esto nos recuerda aquella frase del hierofante Jesús: "Hasta que no seáis como niños, no podréis entrar al Reino de los Cielos". 

La alegría es inmensa porque un ser humano ha entrado en la Senda de la Iniciación. El candidato ha vencido al Primer Guardián.

SEGUNDO GUARDIAN

El Guardián del Umbral tiene un segundo aspecto. El aspecto mental. Debemos saber que todavía la mente del hombre no es humana. Se halla en la etapa animal. Cada cual tiene en el plano mental la fisonomía animal que le corresponde de acuerdo a su carácter. El astuto es allí un verdadero zorro. El pasionario parece un perro o un macho cabrío, etc., etc.

El encuentro con el Guardián del Umbral en el plano de la mente, es todavía más espantosamente horrible que en el plano astral. Realmente el Segundo Guardián es el Gran Guardián del Umbral Mundial.

La lucha con el Segundo Guardián suele ser muy horrible. Es el candidato quien debe invocar al Segundo Guardián en el plano mental. Este viene precedido del espantoso huracán eléctrico. Si el candidato sale victorioso en la segunda prueba, es nuevamente agasajado como renacido.

TERCER GUARDIAN

El encuentro con el Tercer Guardián se realiza en el Mundo de la Voluntad. El Demonio de la Mala Voluntad es el más terrible de los tres. La gente hace su voluntad personal; los Maestros de la Logia Blanca sólo hacen la voluntad del Padre, así en los cielos como en la tierra.

Cuando el candidato sale victorioso en la tercera prueba, es nuevamente agasajado en el Salón de los Iniciados.

EL SALON DEL FUEGO

Después que el candidato ha vencido en las tres pruebas básicas del Guardián de la inmensa región, tiene entonces que entrar al Salón del Fuego. Allí las llamas purifican sus vehículos internos.