Cuarta parte

 

EL HOMBRE DE NEANDERTHAL

A pesar de que el hombre de Neanderthal es el último que analizamos aquí, éste fué el primer "hombre-mono" que se ha descubierto. Ya hemos visto cómo los paleoantropólogos han intentado convertir a monos en hombres, ahora veremos cómo también intentaron convertir a hombres en monos. La historia comenzó en el valle Neander de Alemania, cuando un maestro de escuela descubrió en 1856 una base de cráneo, dos fémures, dos humeros y otros fragmentos de huesos. Una descripción anatómica cuidadosa llevada a cabo por el profesor Schaafhaunsen determinó que se trataban de restos humanos normales. Dos años más tarde se encontraron unos cráneos similares en Belgica. Y sucesivamente se fueron hallando porciones de esqueletos tipo Neanderthal en China, norte y centro de Africa, región checoslovaca, Hungría, Grecia y el noroeste de Europa. Al principio no se dio mucha importancia a estos hallazgos, pero con la publicación del ORIGEN OF SPECIES de Charles Darwin, la búsqueda de antepasados simiescos del hombre estaba abierta. Los darwinistas estuvieron clamando que el hombre de Neanderthal era un hombre con forma de simio, mientras que muchos críticos de la tesis de Darwin, como Virchow, argumentaban que estos individuos eran completamente humanos pero que algo les había hecho sufrir de raquitismo o artritis. Esta raza de hombres se caracterizaba por arcos ciliares prominentes, frente baja, cráneo estrecho y alargado,   mandíbula inferior sobresaliente con mentón corto. También tenían un torso profundo con unos huesos de las piernas muy pesados y curvados con amplias junturas.

 

 

En 1908 se encontraron varios esqueletos de Neanderthal en el pueblo de LeMoustier y en La Chapelle-aux-Saints. Todos ellos fueron estudiados por el profesor Boule del Instituto de Paleontología Humana de Paris.  Boule dijo que el grupo de Neanderthal era un tipo inferior mucho más cercano a los monos que a cualquier otro grupo humano. Boule también pensaba que los Neanderthal eran intelectualmente muy primitivos, y dedujo de ciertas vértebras cervicales que tenían la postura encorvada típica de los monos, además sugirió que sus pies eran de "tipo garra" como los de los gorilas y chimpancés. Finalmente concluyó que el Neanderthal no podía andar erguido y que andaban de manera torpe. La visión de Boles fue la que prevaleció y fue ampliada por muchos otros evolucionistas hasta la mitad de los años 1950.

Un embarazoso hecho sobre el hombre de Neanderthal era que su capacidad cerebral superaba a la del hombre moderno (1600 cc para La Chapelle-aux-Saints). Boule y otros o ignoraron esto o despreciaron la significación de los 200 cc extra. Uno se pregunta si se habría ignorado esto en el caso de que el cerebro del Neanderthal hubiera sido 200 cc. inferior al del hombre moderno...

En 1957 los anatomistas Strauss y Cave examinaron La Chapelle-Aux-Saints y determinaron que el individuo en cuestión sufría de artritis severa, que afectaba a sus vértebras y encorvaba su postura. La mandíbula también se había visto afectada. El dedo gordo del pie definitivamente no era prensil como Boule clamaba, y la pelvis no era de forma de la de simio. En sus conclusiones comentaron:

"si él pudiera ser reencarnado y colocado en un calle de New York, adecuadamente bañado, afeitado y vestido con ropa moderna, es muy dudoso que atrajese la atención más que algunos de los otros moradores de la ciudad".

Hoy día el hombre de Neanderthal está clasificado como Homo Sapiens. Pero incluso en el presente ha habido una gran reticencia para permitir al hombre de Neanderthal ser completamente humano. En la revista Smithsonian publicada en 1975, por ejemplo:

"Por un instante pareció que el hombre de Neanderthal había sido rehabilitado, y se había deslizado hacia la rama principal de la evolución humana, pero la situación aún está candente".

En una conferencia en la Universidad de Washington en mayo de 1984, pareció arrepentirse de que se hubiera clasificado al hombre de Neanderthal como Homo Sapiens e insistió en que este "hombre" era demasiado primitivo para que se le clasificara así. Olvidándose en esto la irresistible prueba que disponemos de la en cierto modo sofisticada cultura del hombre de Neanderthal. Sabemos que enterraba a sus muertos, que hizo una variedad de herramientas de piedra, que trabajó las pieles y la lana.