DE ORIENTACIÓN Y SERVICIO

      un grupo del cuarto milenio
      para el tercer milenio
 

       Y

  ENIGMAS DEVELADOS

Las Puertas de la Sabiduría se han abierto
para todos sin excepcióN
.

 

Presentan:

 

New  Age

3ª parte

 

ACIERTOS Y ERRORES DEl movimiento NEW AGE

 

 

Estimado profesor: He buscado en distintos websites algún comentario distinto sobre el movimiento llamado New Age y he encontrado notas similares a las leídas en el 2º link. Me interesaría saber que validez tiene esta doctrina desde el punto de vista de los Maestros de Luz, porque muchos de sus postulados coinciden con los que difunden ustedes.

Aída B.

 

 

RESPUESTA:

Apreciada Aída: Quién más ha atacado al New Age es la Iglesia Católica, porque a causa de ella ve amenazada su hegemonía religiosa. Y parece una broma, porque en realidad no son más que errores combatiendo a errores.

El Papa Juan Pablo II, en un libro de su autoría, dice lo siguiente sobre ella:

 

"El renacimiento de las antiguas ideas gnósticas se dan en la forma de la llamada New Age. No debemos engañarnos pensando que ese movimiento pueda llevar a una renovación de la religión. Es solamente un nuevo modo de practicar la gnosis, es decir, esa postura del espíritu que, en nombre de un profundo conocimiento de Dios, acaba por tergiversar Su Palabra sustituyéndola por palabras que son solamente humanas. La gnosis no ha desaparecido nunca del ámbito del cristianismo, sino que ha convivido siempre con él, a veces bajo la forma de corrientes filosóficas, más a menudo con modalidades religiosas o pararreligiosas, con una decidida aunque a veces no declarada divergencia con lo que es esencialmente cristiano".

 

Extrañas palabras éstas del Papa Juan Pablo II, que atribuye a la Iglesia Católica−y con exclusividad− el conocimiento “verdadero” de la palabra de Dios.

“Nosotros somos los únicos que conocemos la palabra de Dios −dice en síntesis este Papa−, y por lo tanto cualquier otro que se la atribuya está equivocado”.

¿Dónde está la “palabra de Dios” para la Iglesia Católica? ¡Por supuesto que en la Biblia! ¿Y qué es la Biblia sino una serie de relatos históricos escritos por hombres mediocres e ignorantes −y muchas veces cretinos−, cuyos textos más tarde fueron adaptados, modificados, alterados, transformados, tergiversados y arteramente traducidos, y cuando no convenía demasiado también suprimidos?

Todo parece una broma de mal gusto porque incluso la misma iglesia carece de existencia legítima porque surgió después de que las palabras del Maestro Jesús fueron eliminadas: “El hombre no necesita de ningún intermediario para ir al Padre, porque cada uno se salvará por sí mismo y según sus Obras”, es decir, por el Servicio al semejante, que es el Amor hecho Obra.

¿Cómo hubiera podido surgir si su propio líder había dicho que ninguna iglesia era necesaria porque cada hombre era su propio artífice de la salvación?

  

Conviene recordar que muchas personas rechazan el término « Nueva Era » y sugieren la expresión « espiritualidad alternativa » como más correcta y menos restrictiva. También es verdad que muchos de los fenómenos mencionados en este documento probablemente no lleven ninguna etiqueta particular, pero se presupone, en aras de la brevedad, que los consultantes identificarán el fenómeno o conjunto de fenómenos que pueden estar razonablemente vinculados con el movimiento cultural general conocido habitualmente como Nueva Era.   

  

¿Qué hay de nuevo en la Nueva Era  

Para muchos, el término « Nueva Era » se refiere a un momento decisivo de la historia. Según los astrólogos, vivimos en la Era de Piscis, que ha estado dominada por el cristianismo y que será reemplazada por la nueva era de Acuario a comienzos del tercer milenio. La Era de Acuario adquiere una enorme importancia en el movimiento de la Nueva Era, en gran medida a causa del influjo de la teosofía, el espiritismo y la antroposofía, así como de sus antecedentes esotéricos. Quienes subrayan el inminente cambio del mundo expresan a menudo el deseo de dicho cambio, no tanto en el mundo mismo cuanto en nuestra cultura, en nuestro modo de relacionarnos con el mundo. Esto es especialmente manifiesto en quienes acentúan la idea de un Nuevo Paradigma de vida. Es un enfoque atractivo, puesto que en algunas de sus manifestaciones, los hombres no son espectadores pasivos, sino que desempeñan un papel activo en la transformación de la cultura y en la creación de una nueva conciencia espiritual. En otras manifestaciones, se atribuye un mayor poder a la progresión inevitable de los ciclos naturales. En cualquier caso, la Era de Acuario es una visión, no una teoría. Pero la Nueva Era es una tradición amplia, que incorpora muchas ideas sin vinculación explícita con el cambio de la Era de Piscis a la Era de Acuario. Entre ellas hay visiones moderadas, pero muy generalizadas, de un futuro en el que habrá una espiritualidad planetaria junto a las religiones individuales, instituciones políticas planetarias que complementarán las locales, entidades económicas globales más participativas y democráticas, una mayor importancia de las comunicaciones y la educación, un enfoque mixto de la salud que combinará la medicina profesional y la auto-curación, una comprensión del yo más andrógina, y formas de integrar la ciencia, la mística, la tecnología y la ecología. Una vez más, esto demuestra el profundo deseo de una existencia satisfactoria y saludable para la raza humana y para el planeta. Entre las tradiciones que confluyen en la Nueva Era pueden contarse: las antiguas prácticas ocultas de Egipto, la cábala, el gnosticismo cristiano primitivo, el sufismo, las tradiciones de los druidas, el cristianismo celta, la alquimia medieval, el hermetismo renacentista, el budismo zen, el yoga, etc.

En esto consiste lo « nuevo » de la Nueva Era. Es un « sincretismo de elementos esotéricos y seculares ». Se vincula a la percepción, ampliamente difundida, de que el tiempo está maduro para un cambio fundamental de los individuos, la sociedad y el mundo. Hay varias expresiones de la necesidad de cambio: 

– de la física mecanicista de Newton a la física cuántica; 

– de la exaltación de la razón de la modernidad a una valoración del sentimiento, la emoción y la experiencia (descrita a menudo como un desplazamiento del pensamiento racional del « cerebro izquierdo » al pensamiento intuitivo del « cerebro derecho »); 

– de un dominio de la masculinidad y el patriarcado, a una celebración de la feminidad en los individuos y en la sociedad.   

En este contexto, se usa con frecuencia el término « cambio de paradigma » (paradigm shift). A veces, claramente se presupone que tal cambio no sólo es deseable, sino inevitable. El rechazo a la modernidad, subyacente a este deseo de cambio, no es nuevo. Más bien puede describirse como « un restablecimiento o “revival” moderno de las religiones paganas con una mezcla de influjos tanto de las religiones orientales como de la psicología, la filosofía, la ciencia y la contracultura modernas, desarrolladas en los años cincuenta y sesenta del siglo veinte ». La Nueva Era no es sino un testigo de una revolución cultural, una reacción compleja frente a las ideas y valores dominantes en la cultura occidental, a pesar de lo cual su crítica idealista es, paradójicamente, típica de la cultura que critica.

Es preciso decir una palabra sobre la idea de cambio de paradigma. La popularizó Thomas Kuhn, historiador americano de la ciencia, que concibió el paradigma como « la constelación entera de creencias, valores, técnicas, etc., compartidos por los miembros de una comunidad dada ». Cuando se produce un desplazamiento de un paradigma a otro, se trata de una transformación en bloque de la perspectiva más que de un desarrollo gradual: en realidad, es una revolución. Kuhn puso de relieve que los paradigmas rivales son inconmensurables y no pueden coexistir. Por eso, afirmar que un cambio de paradigma en el ámbito de la religión y de la espiritualidad es simplemente una manera nueva de formular las creencias tradicionales, constituye un error. Lo que sucede en realidad es un cambio radical de cosmovisión, que pone en entredicho no sólo el contenido, sino también la interpretación fundamental de la visión anterior. Tal vez el ejemplo más claro de todo esto, por lo que se refiere a la relación entre la Nueva Era y el cristianismo, sea la reelaboración de la vida y el significado de Jesus. Es imposible reconciliar estas dos visiones.

Está claro que la ciencia y la tecnología han sido incapaces de cumplir sus promesas de antaño, por lo que los hombres se han vuelto hacia el ámbito espiritual en búsqueda de significado y de liberación. Tal como ahora la conocemos, la Nueva Era procedía de la búsqueda de algo más humano y más bello frente a la experiencia opresora y alienante de la vida en la sociedad occidental. Sus primeros exponentes, dispuestos a extender su mirada en esta búsqueda, hicieron de ella un enfoque muy ecléctico. Podría ser uno de los signos de la « vuelta a la religión », pero desde luego no es una vuelta a las doctrinas y credos cristianos ortodoxos. Los primeros símbolos de este « movimiento » que se introdujeron en la cultura occidental fueron el conocido festival de Woodstock, en el estado de Nueva York, en 1969, y el musical Hair, que expuso los principales temas de la Nueva Era en su canción emblemática « Aquarius ». Pero esto era tan sólo la punta de un iceberg cuyas verdaderas dimensiones se han podido percibir sólo en una época relativamente reciente. El idealismo de los años 1960 y 1970 todavía sobrevive en algunos sectores. Pero ahora ya no son los adolescentes quienes están implicados principalmente. Los vínculos con la ideología política de izquierdas se han desvanecido y las drogas psicodélicas no tienen ya la importancia de entonces. Han sucedido tantas cosas desde entonces que todo esto ya no resulta revolucionario. Las tendencias « espirituales » y « místicas » que antes se limitaban a la contracultura, hoy día forman parte arraigada de la cultura dominante y afectan a facetas tan distintas de la vida como la medicina, la ciencia, el arte y la religión. La cultura occidental está ahora imbuida de una conciencia política y ecológica más generalizada y todo este desplazamiento cultural ha ejercido un enorme impacto en los estilos de vida de las personas. Algunos han sugerido que el « movimiento » Nueva Era es precisamente ese gran cambio hacia lo que se considera « un género de vida notablemente mejor ».

 ¿Tiene que haber un ángel?

 Uno de los elementos más comunes de la espiritualidad de la Nueva Era es la fascinación por las manifestaciones extraordinarias y en particular por los seres paranormales. Las personas reconocidas como médiums aseguran que su personalidad es poseída por otra entidad durante el trance, un fenómeno de la Nueva Era conocido como «  channeling » (canalización), en el cual el médium puede perder el control de su cuerpo y de sus facultades. Algunas personas que han sido testigos de estos acontecimientos no dudarían en admitir que las manifestaciones son efectivamente espirituales, pero los fundamentalistas dicen que no proceden de Dios, a pesar del lenguaje de amor y luz que suele usarse casi siempre... Probablemente sea más correcto referirse a ello como a una forma contemporánea de espiritismo, más que a una espiritualidad en sentido estricto. Otros amigos y consejeros del mundo del espíritu son los ángeles (que se han convertido en centro de un nuevo negocio de libros e imágenes). Cuando en la Nueva Era se habla de ángeles, se hace de manera poco sistemática, pues las distinciones en este ámbito no siempre se consideran útiles, sobre todo si son demasiado precisas, ya que « hay muchos niveles de guías, entidades, energías y seres en cada octava del universo... Están allí para que los escojas y elijas según tus propios mecanismos de atracción-repulsión ». Estos seres espirituales a veces son invocados de manera « no religiosa » como una ayuda para la relajación, con vistas a mejorar la toma de decisiones y el control de la propia vida personal y profesional. Otra experiencia de la Nueva Era, que aseguran poseer algunos que se autodefinen como « místicos », consiste en la fusión con algunos espíritus que enseñan a través de personas concretas. Algunos espíritus de la naturaleza son descritos como energías potentes que existen en el mundo natural y también en los « niveles interiores »: es decir, aquellos a los que se accede mediante el uso de rituales, drogas y otras técnicas para alcanzar estados de conciencia alterados. Está claro que, al menos en teoría, la Nueva Era a menudo no reconoce ninguna autoridad espiritual más allá de la experiencia personal interior. 

 La totalidad

 Una de las preocupaciones centrales del movimiento Nueva Era es la búsqueda de « totalidad ». Invita a superar todas las formas de « dualismo », ya que dichas divisiones son un producto insalubre de un pasado menos iluminado. Las divisiones que según los promotores de la Nueva Era se deben superar, incluyen la diferencia real entre el Creador y la creación, la distinción real entre el hombre y la naturaleza o entre el espíritu y la materia, todas las cuales son consideradas erróneamente como formas de dualismo. Se da por supuesto que estas tendencias dualistas están basadas en definitiva en las raíces judeocristianas de la civilización occidental, cuando en realidad sería más acertado vincularlas al gnosticismo, y en particular al maniqueísmo. A la revolución científica y al espíritu del racionalismo moderno se los considera culpables especialmente de la tendencia a la fragmentación que considera las unidades orgánicas como mecanismos reducibles a sus componentes más pequeños, que pueden explicarse a continuación en función de estos últimos, así como de la tendencia a reducir el espíritu a la materia, de manera que la realidad espiritual –incluyendo el alma– se convierte en mero « epifenómeno » contingente de procesos esencialmente materiales. En todas estas áreas, las alternativas de la Nueva Era reciben el apelativo de « holísticas ». El holismo impregna todo el movimiento Nueva Era, desde su interés por la salud holística hasta la búsqueda de la conciencia unitiva, y desde la sensibilidad ecológica hasta la idea de un « entramado » global.

 La eterna cuestión filosófica de la unidad y la multiplicidad tiene su forma moderna y contemporánea en la tentación no sólo de superar una división indebida, sino incluso también la diferencia y la distinción reales. Su expresión más común es el holismo, ingrediente esencial de la Nueva Era y uno de los principales signos de los tiempos en el último cuarto del siglo XX. Se han invertido grandes energías en el esfuerzo por superar la división en compartimentos estancos característica de la ideología mecanicista, pero esto ha provocado el sometimiento a un entramado global que adquiere una autoridad cuasi-trascendental. Sus implicaciones más obvias son el proceso de transformación consciente y el desarrollo de la ecología. La nueva visión, meta de la transformación consciente, ha tardado en formularse y su puesta en práctica se ve obstaculizada por formas de pensamiento más antiguas, a las que se considera atrincheradas en el statu quo. En cambio, ha tenido un enorme éxito la generalización de la ecología como fascinación por la naturaleza y resacralización de la tierra, la Madre Tierra o Gaia, gracias al celo misionero característico de los « verdes ». La raza humana como conjunto es el agente ejecutivo de la Tierra y la armonía y comprensión que se requieren para un gobierno responsable se va entendiendo de manera progresiva como un gobierno global, con una estructura ética global. Se considera que el calor de la Madre Tierra, cuya divinidad penetra toda la creación, colma el vacío entre la creación y el Padre-Dios trascendente del judaísmo y del cristianismo, eliminando la posibilidad de ser juzgado por este último. 

En esta visión de un universo cerrado, que contiene a « Dios » y a otros seres espirituales junto con nosotros, se descubre un panteísmo implícito. Es éste un punto fundamental que impregna todo el pensamiento y la actuación de la Nueva Era y que condiciona de antemano cualquier otra valoración positiva de tal o cual aspecto de su espiritualidad.

 El catolicismo ortodoxo cree, por el contrario, que « el hombre es esencialmente una criatura y como tal permanece para siempre, de tal forma que nunca será posible una absorción del yo humano en el Yo divino ».

 Eso se contradice con los Mensajes de los Maestros de Luz, que han dicho que al final, todos los espíritus se fundirán en el Creador.

 Volviendo a la New Age, en su obra The Aquarian Conspiracy, « La conspiración del Acuario », Marilyn Ferguson dedicó un capítulo a los precursores de la Era de Acuario, aquellos que habían tejido una visión transformadora basada en la expansión de la conciencia y en la experiencia de la autotrascendencia. Dos de los mencionados son el psicólogo americano William James y el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung. James definió la religión como experiencia, no como dogma y enseñó que los seres humanos pueden cambiar sus actitudes mentales a fin de convertirse en arquitectos de su propio destino. Jung puso de relieve el carácter trascendente de la conciencia e introdujo la idea del inconsciente colectivo, una especie de depósito de símbolos y recuerdos compartidos con personas de diversas épocas y culturas diferentes. Según Wouter Hanegraaff, ambos personajes contribuyeron a la «sacralización de la psicología», que se ha convertido en un elemento fundamental del pensamiento y de la práctica de la Nueva Era. En efecto, Jung «no sólo psicologizó el esoterismo, sino que también sacralizó la psicología, llenándola de los contenidos de la especulación esotérica. El resultado fue un corpus de teorías que permite hablar de Dios cuando en realidad se quiere decir la propia psique, y hablar de la propia psique cuando en realidad se quiere decir lo divino. Si la psique es “mente”, y Dios también es “mente”, entonces hablar de una cosa significa hablar de la otra». A la acusación de haber « psicologizado » el cristianismo responde que «la psicología es el mito moderno y sólo podemos entender la fe en estos términos». Ciertamente, la psicología de Jung arroja luz sobre muchos aspectos de la fe cristiana, especialmente sobre la necesidad de enfrentarse a la realidad del mal. Pero sus convicciones religiosas son tan diferentes a lo largo de las diversas etapas de su vida, que la imagen de Dios que se desprende es sumamente confusa. Un elemento central de su pensamiento es el culto al sol, donde Dios es la energía vital (líbido) del interior de la persona. Según afirmó él mismo «esta comparación no es un mero juego de palabras». Este es «el dios interior» al que se refiere Jung, la divinidad esencial que creía existía en todo ser humano. El camino hasta el universo interior pasa a través del inconsciente y la correspondencia del mundo interior con el exterior reside en el inconsciente colectivo

La tendencia a intercambiar la psicología y la espiritualidad fue retomada por el Movimiento del Potencial Humano cuando éste se desarrolló a finales de los años sesenta en el Instituto Esalen de California. La psicología transpersonal, fuertemente influida por las religiones orientales y por Jung, ofrece un camino contemplativo donde la ciencia se encuentra con la mística. El énfasis que se pone en la corporeidad, la búsqueda de métodos para expandir la conciencia y el cultivo de los mitos del inconsciente colectivo eran todos acicates para buscar al « Dios interior » dentro de uno mismo. Para realizar el propio potencial había que ir más allá del ego individual a fin de convertirse en el dios que uno es en lo más hondo de sí mismo. Esto se podía llevar a cabo escogiendo la terapia adecuada: la meditación, las experiencias parapsicológicas, el uso de drogas alucinógenas. Todos estos eran los caminos para lograr « experiencias cumbre », experiencias « místicas » de fusión con Dios y con el cosmos. 

 La Nueva Era no es una religión propiamente dicha, pero se interesa por lo que se denomina « divino ». La esencia de la Nueva Era es la libre asociación de diversas actividades, ideas y personas, a las que se podría aplicar esta denominación. No existe, en efecto, una sola articulación de doctrinas parecida a la de las grandes religiones. A pesar de ello, y a pesar de la enorme variedad que hay en la Nueva Era, existen ciertos puntos comunes:

– el cosmos se ve como un todo orgánico;

– está animado por una Energía, que también se identifica con el Absoluto o Espíritu de Dios;

– se cree en la mediación de varias entidades espirituales: los seres humanos son capaces de ascender a Esferas Superiores invisibles al desencarnar y de controlar sus propias vidas más allá de la muerte;

– se defiende la existencia de un «conocimiento perenne» que es previo y superior a todas las religiones y culturas;

– las personas siguen a Maestros iluminados...

 En lo que podría llamarse un relato típico de la Nueva Era, las personas nacen con una chispa divina, en un sentido que recuerda el gnosticismo antiguo. Esta chispa las vincula a la unidad del Todo, por lo que son esencialmente divinas, si bien participan de la divinidad cósmica según distintos niveles de conciencia. Somos co-creadores y creamos nuestra propia realidad. Muchos autores de la Nueva Era sostienen que somos nosotros quienes elegimos las circunstancias de nuestra vidas (incluso nuestra propia enfermedad y nuestra propia salud). En esta visión, cada individuo es considerado fuente creadora del universo. Pero necesitamos hacer un viaje para comprender plenamente dónde encajamos dentro de la unidad del cosmos. El viaje es la psicoterapia y el reconocimiento de la conciencia universal, la salvación. No existe el pecado; sólo hay conocimiento imperfecto. La identidad de cada ser humano se diluye en el ser universal y en el proceso de sucesivas encarnaciones. Los hombres están sometidos al influjo determinante de las estrellas, pero pueden abrirse a la divinidad que vive en su interior, en una búsqueda continua (mediante las técnicas apropiadas) de una armonía cada vez mayor entre el yo y la energía cósmica divina. No se necesita Revelación o Salvación alguna que lleguen a las personas desde fuera de ellas mismas, sino sencillamente experimentar la salvación escondida en el propio interior (auto-salvación), dominando las técnicas psicofísicas que conducen a la iluminación definitiva. 

Algunas etapas del camino hasta la auto-redención son preparatorias (la meditación, la armonía corporal, la liberación de energías de auto-sanación). Son el punto de partida para procesos de espiritualización, perfección e iluminación que ayudan a las personas a adquirir mayor autocontrol y una concentración psíquica en la « transformación » del yo individual en « conciencia cósmica ». El destino de la persona humana es una serie de encarnaciones sucesivas del alma en cuerpos distintos. Esto se entiende no como el ciclo de samsara, en el sentido de purificación como castigo, sino como una ascensión gradual hacia el desarrollo perfecto del propio potencial. 

La psicología se utiliza para explicar la expansión de la mente como experiencia « mística ». El yoga, el zen, la meditación trascendental y los ejercicios tántricos conducen a una experiencia de plenitud del yo o iluminación. Se cree que las « experiencias cumbre » (volver a vivir el propio nacimiento, viajar hasta las puertas de la muerte, el biofeedback, la danza e incluso las drogas, cualquier cosa que pueda provocar un estado de conciencia alterado) conducen a la unidad y a la iluminación. Como sólo hay una Mente, algunas personas pueden ser canales, cauces para los seres superiores. Cada parte de este único ser universal está en contacto con todas las demás partes. El enfoque clásico de la Nueva Era es la psicología transpersonal, cuyos conceptos básicos son la Mente Universal, el Yo Superior, el inconsciente colectivo y personal y el ego individual. El Ser Superior es nuestra identidad real, un puente entre Dios como Mente divina y la humanidad. El desarrollo espiritual consiste en el contacto con el Ser Superior, que supera todas las formas de dualismo entre el sujeto y el objeto, la vida y la muerte, la psique y el soma, el yo y los aspectos fragmentarios de ese mismo yo. Nuestra personalidad limitada es como una sombra o un sueño creados por el yo real. El Ser Superior contiene los recuerdos de las (re-)encarnaciones anteriores.

 La «Energía Divina», cuando es recibida conscientemente por los seres humanos, suele describirse como «Energía Crística». También se habla de Cristo, pero con ello no se alude a Jesús de Nazaret. «Cristo» es el título aplicado a una de las Energías Divinas y si alguien ha llegado a un estado de conciencia donde puede pervibir dicha Energía, se transforma en un «Maestro universal». Jesús de Nazaret no fue el Cristo, sino sencillamente una de las muchas figuras históricas en las que se reveló esa naturaleza «crística», al igual que en Sidartha se reveló el Buda.

 Para los cristianos, la vida espiritual consiste en una relación con Dios que se va haciendo cada vez más profunda con la ayuda de la gracia, en un proceso que ilumina también la relación con nuestros hermanos. La espiritualidad, para la Nueva Era, significa experimentar estados de conciencia dominados por un sentido de armonía y fusión con el Todo. Así, «mística» no se refiere a un encuentro con el Dios trascendente en la plenitud del amor, sino a la experiencia provocada por un volverse sobre sí mismo, un sentimiento exaltante de estar en comunión con el universo, de dejar que la propia individualidad se hunda en el gran océano del Ser. De esa manera la relación con Dios mediante su gracia, pasa directamente a ser una fusión total con el Absoluto.

 

¿Una nueva espiritualidad?

Se reconoce por algunos de los seguidores del New Age que el nombre fue utilizado por primera vez por Alice A. Bailey, quien a través de la mediumnidad recibió las enseñanzas del Maestro Dwjal Khul, integrante de la Jerarquía Planetaria, aunque muy distorsionadas por cierto, y las difundió en numerosos libros −siendo el primero “Iniciación humana y solar”− y a través de lecciones impartidas por la institución que fundó llamada “Escuela Arcana”.

Al New Age se lo llama también “La Conspiración de Acuario”. Según los "conspiradores", el mundo estaría entrando en una Nueva Era, superadora de la era cristiana o de Piscis, es decir que estaríamos ante una nueva sensibilidad o una nueva forma de ver y entender la relación de la persona con el universo del que forma parte.

Marilyn Ferguson, autora de The Acuarian Conspiracy −una verdadera "biblia" del movimiento− relata cómo adoptó el concepto de "conspiración" (literalmente: respirar juntos), inspirada en el jesuita francés Pierre Teilhard de Chardin, para expresar una vastísima red de personas e instituciones que procura transformar profundamente la forma de organizar la convivencia humana en el mundo.

Pero esta nueva espiritualidad no pasa por las confesiones religiosas que hasta hoy conocemos como tales, sino que descarta cualquier mediación institucional, colocando, en primer lugar, la relación personal con el misterio de lo sagrado.

Esta concepción, por supuesto, no está nada mal, y es un puntito a favor del New Age −no todo tiene por qué ser negativo−, pues, como lo dijera concretamente el Maestro Jesús, “cada uno saldrá por las suyas”, es decir, sin ningún intermediario.

Y también es verdad que Jesús vino a indicarnos el camino de la salvación −elevarnos de plano, concretamente de los planos del Error a los de Luz, única salvación que existe− a través del Servicio al semejante, no a través de tontos ritos o rezos y de diezmos que sólo contribuyen a que los disparates prosigan.

 

¿Qué es en concreto el New Age?

El New Age, en principio, no es un movimiento estructurado, no tiene líderes declarados, ni dogmas, ni jerarquías. No se la considera un “nuevo movimiento religioso”, ni lo que se entiende como “culto” o “secta”, ni tampoco estrictamente una “religión”, aunque se le reconoce su carácter sincero de la búsqueda del sentido de la vida.

Los propios seguidores de esta corriente niegan que sea una religión porque piensan  que la época de las religiones ha pasado y por lo tanto referirse a ella como una religión estaría en contra de sus propios principios.

Acertaríamos si catalogamos al New Age como un movimiento que procura conciliar doctrinas diferentes (sincretismo), y al cual se adhiere una gran cantidad de personas que están vinculadas espontáneamente a sus objetivos fundamentales.

Algunos pretenden ver en el New Age un movimiento de carácter universal y sociocultural que constituye una nueva forma de pensar con algunos contenidos gnósticos y esotéricos y que se extiende a diversas experiencias como la música, el cine, el teatro, la meditación, etc.

Dentro de esta corriente participan diversos grupos y organizaciones, muchos de ellos de características sectarias.

Sin embargo, a pesar de su falta de concreción, el New Age se acerca con sus postulados más a la verdad como ninguna religión lo ha hecho hasta la fecha. 

 

 

Algunas dudas:

1) Nirvana

Desde ya que la idea del New Age de que el alma se reencarna repetidas veces hasta lograr su liberación del ciclo de nacimiento y muerte y llegar al éxtasis (“nirvana”) en el Absoluto (“Brahaman”) es poco menos que descabellada.

La verdad es que el espíritu sólo encarna en una pequeña parte, un 10 %, quedando el 90 % en su propio plano de vibración, y desencarnar es simplemente volver a tener conciencia de ser espíritu 100 %, ya que ambas partes nunca estuvieron separadas sino solamente con la conciencia provisoriamente escindida, quedando una parte en el plano físico y la otra en el plano espiritual.

Además, aunque supuestamente fuera la “última encarnación”, el espíritu no llega a ningún “éxtasis” ni a ningún “nirvana” ni tampoco a fundirse con el Absoluto: simplemente “regresa” a su propio plano espiritual, que es su verdadero hogar.

Seguramente confunden el Nirvana con la Iluminación que proclamó Sidartha, que es la comprensión total del desapego.

Naturalmente que de acuerdo a su comportamiento en el plano físico el espíritu también podrá elevarse o descender de plano. Pero esto es todo.

2) Paraíso

El Paraíso es un invento egoísta de las religiones, obviamente con fines de manipulación, porque en los planos bajos del Error (niveles 2 y 3) solamente hay peleas por el poder y en los planos elevados (niveles 4 y 5) hay Servicio. Creer en un paraíso donde los seres de Luz son recompensados y viven en un continuo goce, es caer en el mismo error de creer en un infierno de castigo eterno, ya que en los planos de Luz se trabaja más todavía que en el plano físico, en función de Servicio por aquellos que aún no han alcanzado la Elevación interna.

3) Fusión con el Todo.

En cuanto a que el espíritu se funda con el Absoluto, eso será dentro de 25.000 millones de años cuando llegue el Big Crunch.

Pero para esto falta un poco, como puede verlo incluso hasta el menos avisado de los seguidores del New Age…

 4) Ecologismo

Es verdad que nos enfrentamos a un grave problema de abusos que amenazan la vida del planeta y que es necesario despertar la conciencia de las naciones hacia la responsabilidad de la conservación y el respecto por nuestro biosistema, pero el New Age ha extremado estas premisas desarrollando su propia visión del asunto, a la que a veces se refiere como “Ecología Profunda”, y en la cual se niega la diferencia de fondo entre la existencia humana y la no humana, hablando de una igualdad biocéntrica por la cual una montaña, una flor o una tortuga tendrían el mismo derecho a la realización propia que un ser humano.

Si bien es cierto que Dios es Todo, y por lo tanto está en una hierba, una piedra, un insecto, un árbol, un animal o un hombre, no todos están en el mismo nivel, pues unos tienen más prioridad que otros.

En este planeta, por lo menos en nuestra época, el ser humano es la entidad “superior” −superior en el sentido de su capacidad de pensamiento abstracto, ya que en la Creación no hay nada que sea “inferior” (en cuanto a su sentido peyorativo), a otra cosa − porque es quien puede dejar el planeta en mejores condiciones y por lo tanto debe tener prioridad y ser protegido en primer lugar.

5) Panteísmo

El New Age, contrariamente al Dios personal −distinto y superior al universo creado− del Catolicismo y del Judaísmo, considera a Dios como una fuerza divina impersonal que es todo y está en todo.

Esta postura, que es correcta, ha sido uno de los motivos por los cuales la Iglesia Católica la ataque encarnizadamente, porque considera que se trata de “un regreso al panteísmo naturalista, que resultó definitivamente superado por el evento de la ‘Revelación cristiana’ ”(?).

6) Gnosticismo

El gnosticismo adoptado por el New Age constituye un error flagrante porque los gnósticos creen ver en la Sagrada Escritura un mensaje escondido que sólo ciertas mentes iluminadas pueden descifrar.

Aunque lo hemos dicho en infinidad de oportunidades es conveniente reiterar que la Biblia ha sido escrita por hombres ordinarios, que las más de las veces recibieron mensajes de los espíritus del Error o directamente interpretaron en forma equivocada los mensajes canalizados de los seres de Luz.

La derivación del Gnosticismo, presente en todas las grandes tradiciones religiosas, ha sobrevivido y se ha diversificado encontrando en el New Age un campo de acción privilegiado.

La Sociedad Teosófica, fundada por Helena Blavatsky a finales del siglo pasado y sus derivaciones u organizaciones afines (la Antroposofía, la Gran Fraternidad Universal, las Ordenes de los Rosacruces, La Iglesia Universal Triunfante, la corriente de la Metafísica representada en México por autores como Connie Méndez, la Actividad Religiosa "Soy Yo", la Nueva Acrópolis y muchos más) son los precursores ideológicos del New Age y actualmente son sus dedicados promotores.

Los símbolos, las ceremonias y los grados iniciáticos de la Masonería y de las organizaciones paramasónicas también revelan una estrecha asociación de fondo con la gnosis.

Esta mezcla de doctrinas, cada una con sus propios disparates que muchas veces hemos puesto de relieve, receptadas por el New Age, indica sin lugar a dudas que sus seguidores han desoído la clara advertencia del Maestro Jesús: “Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres. A vino nuevo, odres nuevos” (Marcos 2, 18-22).

 

 Conclusiones.

El fenómeno del New Age es tan complejo y escurridizo que difícilmente pueda definírselo con precisión.

Y ello es así en virtud de que, conforme lo hemos puesto de relieve, además de no traer consigo nada nuevo, es una especie de cóctel de doctrinas anteriores, de las que toma sus verdades junto con algunas de sus falsedades.

De ahí que no tendría sentido que reiteremos las críticas ya vertidas sobre las filosofías que forman parte del New Age, como el Gnosticismo, la filosofía Rosacruz, la Masonería, la Metafísica de Conny Méndez, la gnosis de Samael Aun Weor, las alucinaciones de Carlos Castaneda, etc.

A pesar de ello se podría intentar una especie de definición que se aproxime a lo que en realidad es diciendo que es un movimiento que agrupa a muchos individuos y grupos que comparten en mayor o menor medida ciertas creencias básicas, que coinciden naturalmente y por propia gravitación en una cierta visión del mundo y en una aspiración común de cambiarlo, unidos no por una estructura organizada ni por un código de doctrinas bien definidas, sino por una misma mentalidad y una comunicación muy fluida entre ellos.

Espero que a pesar de la dificultad de explicar algo tan elusivo como el movimiento New Age, por lo menos hayan quedado aclarados algunos de sus aspectos más significativos.

Un fuerte abrazo.