El Vórtice Energético
o vórtice de Kelvin
3ª parte
El vórtice de energía prescinde
por completo de lo material. Y complementa el aporte de Einstein al indicarnos
que la materia es energía pura con la fachada de lo material. El vórtice
explica todas las supuestas propiedades de lo material. El requisito de que haya
una sustancia de cualquier tipo, como sostén del mundo físico, desaparece de
un plumazo.
La materia aparece así, como una fachada de lo real. Solemos emplear la expresión
“tan sólido como una roca”, pero nuestros sentidos nos engañan. Aunque son
bien reales, las rocas distan mucho de constituir, efectivamente, entidades sólidas.
La materia es, ante todo, un espacio vacío con unas cuantas partículas
zumbando entre sus limites. Y si tales partículas no son sino un movimiento en
vórtice, pareciera que la materia es, a fin de cuentas, puro movimiento.
El vórtice viene a unificar el enfoque de los místicos y los científicos. Los
místicos han sostenido siempre que el universo carece de sustancia. Varios
siglos antes de Kelvin, Sidartha, el Buda, describió las variadas formas de la
materia como remolinos en mitad de un arroyo, Los filósofos yoguis entendieron
bien que la materia no es sino un vórtice de energía. Durante miles de años
se ha enseñado en oriente que el mundo es una ilusión: la ilusión de
“maya”. El vórtice nos muestra claramente como se crea esa ilusión.
La clave de lo sobrenatural.
A
mucha gente le resulta en extremo difícil aceptar lo sobrenatural y paranormal.
Se enfrentan a tales episodios con suspicacia y abierto escepticismo. Examinan a
fondo, y cuestionan, los testimonios existentes, refutando hasta la menor
evidencia disponible. Algunos explican los recuerdos de una anterior como una
forma de percepción extrasensorial. Otros reducen el fenómeno de la PES en sí
a una simple coincidencia. Las apariciones se consideran meras fantasías y las
curas milagrosas, fruto de la imaginación. Todo lo que reviste un carácter mágico
queda reducido a lo mundano.
Pero... ¿qué es exactamente lo sobrenatural? ¿El producto de la imaginación
febril? ¿Nada más que superstición y avidez de pensamiento? ¿o será algo
real?
La clave está en el vórtice. El vórtice nos conduce a una explicación
coherente de lo sobrenatural, lo paranormal y lo Psíquico. Y permite explicar
de modo expedito y muy sencillo muchas experiencias que de otro modo resultan
extrañas y enigmáticas. El vórtice nos brinda, en suma, un marco de
referencia para asumir que lo aparentemente sobrenatural es una realidad.
La clave está en comprender que nuestro universo no es sino pura energía. La
energía es la realidad primaria, el fundamento de todo cuanto hay en el
universo, desde el minúsculo átomo hasta la inmensidad de la galaxia.
Pero, ¿será que el universo sensible es la única realidad posible? Si la
materia y la luz -sus elementos
componentes- son solo dos formas de energía, ¿puede haber otra modalidad energética,
de carácter intangible?
Einstein fue el primero que estableció la relación entre la materia y la energía.
Su famosa ecuación E=MC2 demuestra que la materia (M) es equivalente a la
energía (E), el vórtice llega aún más lejos: nos demuestra la forma precisa
de la energía dentro de la materia. Una partícula de materia es una bola
giratoria de energía, un vórtice esférico en movimiento.
La luz es una forma distinta de energía, pero es obvio, a partir de la ecuación
de Einstein, que la materia y la luz comparten un mismo dinamismo. En E=MC2, es
C la velocidad de la luz, lo que relaciona la materia con la energía.
De todo ello deriva una conclusión mas bien simple, por lo demás evidente: la
velocidad de la materia en movimiento puede ser la de la luz. He aquí el único
sentido posible de la ecuación einsteniana.
Si en una partícula de materia el movimiento en vórtice ocurre a la velocidad
de la luz, podemos representarnos esa partícula como una espiral a la velocidad
de la luz.
Pero, ¿será que el vórtice está siempre restringido a la velocidad de la
luz? ¿o puede su movimiento intrínseco ser incluso más veloz? Hemos
establecido una ecuación entre la energía y el movimiento. ¿Está todo
el movimiento constreñido a la velocidad de la luz?
La ciencia ha arribado a la conclusión de que nada puede moverse a una
velocidad mayor que la de la luz, una regla aplicada a todas las formas de energía:
incluidas las partículas de la materia y la luz. Pero, ¿será también
aplicable al movimiento primario a partir del cual surgen la materia y la luz en
sí?
He aquí la pregunta clave. Todo se reduce a determinar que es la energía. Los
físicos actuales no se preocupan por definir la energía, pero se muestran
taxativos al señalar que esta última no puede desplazarse a mayor velocidad
que la luz. Ahora bien, si las diversas formas de energía son, por definición,
variadas formas del movimiento, quiere decir que el movimiento es más
fundamental que la energía misma. ¿por qué tendría que limitarse ese
movimiento a velocidades inferiores a la velocidad de la luz?
Si el movimiento pudiera ocurrir a mayor velocidad daría origen a un tipo de
energía por completo distinta, al cual podríamos designar como supraenergía.
La energía y la supraenergía serian distintas en sustancia. Podemos describir
el movimiento a la velocidad de la luz como la sustancia de la energía dentro
del universo físico. Y la esencia de la supraenergía seria el movimiento a una
velocidad mayor.
Bien podría ser que la supraenergía se comportara igual que la energía. Por
ejemplo, podría haber vórtices de supraenergía, análogos a las partículas
de que esta hecha la materia. Y ondas de suprenergía, análogas a la luz.
Juntos darían lugar a una realidad suprafísica, a un suprauniverso.
Los objetos hechos de suprenergía podrían tener la misma forma de los demás
elementos de este mundo, pero su sustancia seria completamente distinta. La
materia no interactuaría con ellos. La luz no se reflejaría en ellos. Al no
interferir de ningún modo con la materia o la luz, serían absolutamente
intangibles e invisibles en el plano físico.
No seria posible percibir tales objetos con ninguno de los cinco sentidos
habituales. Su presencia sería difícil o incluso imposible de detectar y sería
muy arduo demostrar científicamente su existencia.
Mucha gente se mostraría reacia a aceptar la existencia de tales formas suprafísicas,
al no poder captarlas con los sentidos. Con todo, bien podría ser que existan a
nuestro alrededor formas de energía mas allá de la luz, y que se muevan sin
interferencias a través de nosotros, sin que la mayoría de nosotros tenga
conciencia de ellas.
La supraenergía no residiría en nuestro espacio y tiempo, y las formas suprafísicas
no podrían formas parte de nuestra realidad habitual.
Serían, por el contrario, muy distintas y bien diferenciadas, lo cual ha
quedado suficientemente claro a partir de la teoría de la relatividad.
Para Einstein, la velocidad de la luz era el elemento esencial dentro del
universo físico. En su teoría de la relatividad se refirió a ella como “la
única constante universal” y demostró que todo en este mundo
–incluidos el espacio y el tiempo- están relacionados con dicha velocidad. Al
aproximarse a la velocidad de la luz, el espacio y el tiempo comienzan a
experimentar una serie de fenómenos extraordinarios. El espacio se escorza y
los intervalos de tiempo se hacen mayores. A la velocidad de la luz en sí, el
tiempo desaparece en la eternidad y el espacio queda colapsado sobre sí mismo.
La supraenergía en vórtice podría explicar muchos de los fenómenos
paranormales de los que se tienen noticias. Una categoría fundamental de tales
hechos, explicables a partir del vórtice, son las desapariciones y
materializaciones incomprensibles, o sea, objetos que aparecen u desaparecen sin
explicación lógica. Las religiones y leyendas están saturadas de historias en
las que la que la gente y los objetos se desvanecen misteriosamente.
Cada objeto de nuestro universo consiste en billones de partículas elementales
y hemos representado a cada partícula como un vórtice de energía en el que el
movimiento esencial ocurre a velocidades inferiores a la de la luz.
Supongamos que este movimiento en vórtice se acelerara. Al sobrepasar la
velocidad de la luz, la energía se transformaría de inmediato en supraenergía.
Al modificarse en lo sustancial, ese objeto dejaría repentinamente de
interactuar con la materia y la luz y se volvería de inmediato invisible e
intangible. No se “movería” a ningún sitio, pero dejaría de ser
perceptible.
Podríamos describir con propiedad este proceso como transustanciación, para
dar cuenta del cambio sustancial de energía a supraenergía.
A través de la transustanciación , un objeto cualquiera podría materializarse
o desmaterializarse en cualquier momento. La desmaterialización no es
equivalente a su disolución. Un objeto desmaterializado podría ser invisible e
intangible, pero no seria menos real que antes. Sencillamente, se habría
alterado en lo sustancial para convertirse en un elemento suprafísico.
La velocidad de la luz es el límite del universo físico. Bien podría
describirla como la “frontera” de nuestro universo. El fenómeno de la
transustanciación permitiría que un objeto se trasladara a través de esa
barrera de la luz al dominio de lo suprafísico. La barrera de la luz sería la
línea divisoria entre lo físico y lo suprafísico, que demarcaría lo natural
de lo sobrenatural. O sea, si la vibración de cualquier objeto físico superara
el límite de la velocidad de la luz, pasaría inmediatamente a otro universo, a
un suprauniverso.