Tercera parte

 

EL ESPÍRITU HUMANO

Ya vimos cómo el ser humano se distingue de otros homínidos desde el punto de vista de su aspecto. Pero hay otras características que no pueden concluirse de los restos fósiles y que también lo distinguen de otros animales. La presencia de estas características ha hecho que el hombre se libere de las presiones del ambiente y por ello de la evolución biológica como la hemos descrito en este libro. La primera de éstas es el uso de símbolos que ayudan al hombre a comunicarse con sus semejantes, la que tiene mucha relación con la segunda: me refiero a la capacidad que tenemos de imaginar situaciones que no han ocurrido, de pensar en las diferentes alternativas de un fenómeno determinado, o en otras palabras, de modificar nuestro destino. La tercera es una herencia de las costumbres que tenía el Homo habilis, o sea la aptitud que ha tenido nuestra cultura de desarrollar tecnologías para modificar el ambiente que la rodea: la elaboración de medios de transporte, de máquinas para hacer bienes de consumo, para transmitir y procesar información, para cambiar la temperatura del ambiente en el que se desarrolla el hombre etc. Ya no es sólo el producir herramientas para mejorar la alimentación sino para aumentar el nivel de vida en general. La última característica consiste en la capacidad de recordar y sintetizar los sucesos que han ocurrido en el pasado para planear el futuro. Esta capacidad de evaluación y planeación que ayudó tanto a los cazadores, se usa en la actualidad para llevar a cabo una gran cantidad de actividades.

LA NOVEDAD EN EVOLUCIÓN

Cuando revisamos la primera parte la historia de la vida en la Tierra pudimos observar que algunas características que aparecieron en las especies revolucionaron el curso de la evolución. Entre las que mencionamos se encuentra la aparición de la multicelularidad en los organismos. Ésta, como todas las novedades evolutivas, abrió una amplia gama de posibilidades para la adaptación a diferentes, ambientes. La capacidad de los nuevos organismos multicelulares de destinar grupos de células para llevar a cabo funciones específicas es sin duda una característica que abrió la puerta a la aparición de grupos de organismos que podrían adaptarse al ambiente en formas no imaginadas anteriormente. Este concepto de novedad evolutiva podría entonces ser definido como la apariencia de una característica que no podía haber sido predicha de la observación de células unicelulares. De la misma manera, las características mencionadas como distintivas de la humanidad pueden ser consideradas como novedades evolutivas, ya que de la observación de los parientes cercanos al hombre no se podría predecir la existencia de dichas características. Por ejemplo, de la observación de la capacidad de Homo habilis para hacer herramientas no se podía haber predicho que el ser humano iba a construir una lavadora de ropa o una máquina para hacer tornillos. Tampoco de la observación de nuestros parientes se podía haber predicho que el ser humano iba a tener la capacidad de planear acciones con base en la experiencia pasada. Esta habilidad es diferente de la forma automática como ciertos animales prevén el futuro. Veamos como.

UN CUENTO MÁS, QUE NO ES MÁS QUE UN CUENTO

¿Quién no conoce el cuento de la cigarra y la hormiga? Se nos narra con la idea de infundir en nosotros el concepto de pensar en el futuro, de considerar que el mundo y nuestro derredor pueden cambiar en cualquier momento. Que si ahora estamos satisfechos con un ambiente pródigo, que nos proporciona todo, en el futuro éste podría cambiar y encontrarnos súbitamente sin nada.

Por eso la hormiga durante el verano guarda para el invierno, mientras que la cigarra, inconsciente y despreocupada, canta. Durante el invierno la cigarra pedirá ayuda a la consciente hormiga. Pensemos ahora por qué hace esto la hormiga, tratando de distinguir dos posibilidades. La primera sería que la hormiga, como dice el cuento, conscientemente planea para el futuro, ya que sabe que cada año después del verano y el otoño viene el invierno para el que uno debe de estar preparado. La segunda posibilidad sería que la hormiga lo hiciera automáticamente sin tener conciencia de su acto. El experimento que nos ayudaría a distinguir entre ambas alternativas consistiría en someter a la hormiga a un ambiente en el que no hubiera invierno (por ejemplo en un área tropical) durante varios años. Lo que encontraríamos es que la hormiga, que proviene de un clima con invierno, guardaría comida cada año durante el verano. En otras palabras, no tendría la capacidad para planear el futuro considerando sus experiencias pasadas. Es por la falsedad del cuento de la cigarra y la hormiga que podemos decir que esta característica es exclusiva del ser humano.

LOS CABEZONES

El hombre moderno es junto con el hombre de Neandertal el homínido que tiene el mayor tamaño de cráneo. Esto no sólo en forma absoluta sino también en relación a nuestro tamaño: somos más cabezones. Su aumento, de hecho, se ha venido dando desde hace tres millones de años (Figura 21). Hay periodos de tiempo que, aunque cortos, permitieron un aumento considerable del cráneo. Por ejemplo, el Australopithecus afarensis tenía alrededor de 350 cm3 de capacidad craneana, mientras que entre el Homo erectus y el Homo sapiens (500 mil años) aumenta de 850 cm3 a 1 300-1 500 cm3. Esto significó que ciertas zonas del cerebro aumentaron su número de células incrementando seguramente su capacidad para imaginar situaciones o unir eventos que ocurrieron en distintos momentos, así como para planear acciones para el futuro. ¿De qué manera entonces el aumento del cerebro amplió la adaptación de estos homínidos? Hay muchas opiniones al respecto y quisiera mencionar aquí cuatro de ellas.
 

 

 

 

Figura: Aumento de la capacidad del cráneo en los homínidos durante los últimos tres millones de años



 

La primera consiste en que implicó el hecho de comunicarse para planear la actividad de caza, ya que, además de unir los esfuerzos de varios individuos en un grupo, el tener una estrategia basada en la habilidad de cada uno de hacer evaluaciones de otros eventos de la cacería facilitaba la obtención de presas. La segunda ventaja pudo haber tenido relevancia en cuanto a la capacidad para estar continuamente alerta como grupo. El tener vigías durante la noche facilitó la defensa de posibles enemigos. La tercera se supone que tuvo relación con la capacidad para jugar con los pequeños y entrenarlos en técnicas para hacerlos mejores cazadores. Estos dos factores ciertamente no son únicos del hombre, de hecho otros animales también llevan a cabo este tipo de actividades, pero lo que los hace diferentes es que estos carecen del lenguaje que les da una dimensión distinta de su importancia. Más aún, el poder entrenar a los pequeños usando el lenguaje facilita el aprendizaje y amplía sus habilidades. Por último, facilitó el poder incrementar el tamaño del grupo social, con la correspondiente obtención de recursos suficientes para todos. Mantener a un grupo social grande, de más de 30 individuos digamos, requiere de una organización y una división del trabajo que va más allá de conductas sociales sencillas: exige de la planeación y el análisis de diversas estrategias que mantengan la cohesión del grupo.

Si se observa, todo lo mencionado significa que de alguna manera el aumento en el tamaño del cerebro incrementó la adaptación de los grupos de homínidos al ambiente, pero esto es una regla general. El hombre de Neandertal (Homo sapiens neandertalensis) construyó herramientas mucho menos complejas que el de Cro-Magnón (Homo sapiens sapiens) a pesar de tener una capacidad craneana entre 10 y 20 por ciento mayor. Esto supone entonces que el aumento físico del cráneo no es lo único que incrementa la adaptación.

LA EVOLUCIÓN CULTURAL

Hasta ahora hemos visto cómo diferentes características del hombre y sus parientes los han ayudado a adaptarse al medio ambiente. ¿Sigue ocurriendo esto en la actualidad? Hoy en día el hombre ya no se adapta a su ambiente por medio de la evolución biológica sino por medio de la llamada evolución cultural: para sobrevivir ya no son importantes las características biológicas sino más bien las culturales. Regresemos un momento al hombre de Cro-Magnón y a sus herramientas. Éstas facilitaron sin duda su adaptación proveyéndole de formas para explotar y utilizar mejor su ambiente. Pero como ya mencionamos, la construcción de herramientas tan sofisticadas no significó un aumento en la cantidad de neuronas. ¿Cómo fue entonces que adquirió esa habilidad? La respuesta, aunque se puede resumir en una sola palabra, describe un fenómeno extraordinariamente complejo: la cultura. Hemos concebido hasta ahora a la evolución biológica como la modificación de la estructura genética en las especies: en la molécula de la herencia, el ácido desoxirribonucleico (DNA), se acumulan todos los cambios que modifican una especie y la transforman en otra. En la evolución cultural el proceso de acumulación de información no se lleva a cabo en la molécula de DNA sino en todos aquellos aspectos que componen la cultura: las artes, la ciencia y la tecnología. En ellas se acumula el conocimiento y las experiencias que el hombre ha ido obteniendo a través del tiempo. Así, esta cultura ya no se transmite de generación en generación por medio del código genético sino de libros, pinturas y todos aquellos medios de acumulación de información que poseemos.

LA TRANSMISIÓN DE LA CULTURA

Uno de los aspectos más dolorosos de la muerte de un hombre lo constituye el hecho de que toda su formación, sus ideas, su cultura, desaparecen con él. Sus hijos no heredan ese acervo cultural como lo hacen con sus características físicas. Esto sin contar que la herencia cultural es selectiva: El hijo de un gran músico no es, generalmente, ni siquiera un músico regular. En cambio, el hijo de un hombre con ojos oscuros, muy probablemente también los tendrá oscuros. Pero eso no es todo. La transmisión de la cultura no se parece a la de los genes en muchas otras características. Por ejemplo, por lo general, se transmite a individuos que no están relacionados por parentesco. Las ideas se transmiten con la misma facilidad entre parientes que entre extraños. La cultura es, de hecho, un fenómeno tan complejo, que el hombre ha instituido un proceso de aprendizaje de ella que lleva una veintena de años y en ningún caso cubre todas sus áreas con profundidad. La cultura es, pues, tan vasta en la actualidad, que una sola persona no puede acumular toda esa información. De aquí que tengamos la necesidad de construir bibliotecas, hemerotecas, etc.

¿Y la evolución biológica? Hemos visto que la evolución cultural es un evento omnipresente en nuestra sociedad, pero esto no quiere decir que algunos aspectos de la evolución biológica, los extremos, no existan. Por ejemplo, la existencia de algunos genes que producen enfermedades muy graves, a veces hasta mortales, aún no han podido ser eliminadas. Esto es, las personas que tienen esos genes, mueren, de allí que sigamos estando sujetos a la selección natural y, por tanto, a una evolución biológica. En la actualidad la medicina ya está logrando que en la mayor parte de los casos, estas personas sobrevivan. Uno de ellos es el de la diabetes: se las mantiene sanas gracias a la constante inyección de una proteína, la insulina, cuya falta produce la enfermedad. Más aún, se está intentando llevar esta violación de "las leyes de la naturaleza" a niveles extremos: hoy en día se investiga la posibilidad de "injertar" el gene que produce la insulina normal en personas enfermas, de tal manera que se pueda no solamente curarlas, sino hacer que puedan transmitir el gene normal a sus hijos. Esto demuestra que si proyectáramos hacia el futuro la evolución humana, podríamos predecir que la evolución cultural será sin duda de hoy en adelante la manera más común como la humanidad se adaptará a su medio ambiente, convirtiendo a la evolución biológica en una alternativa cada vez menos importante.

AUNQUE LAS COMPARACIONES NO SON BUENAS...

Dicen que toda comparación es mala, pero para entender un poco más lo que representa la evolución cultural me gustaría compararla con la evolución biológica.

El proceso de evolución biológica requiere de la aparición de variantes (mutaciones) que en condiciones específicas serán seleccionadas. En la evolución cultural sucede algo semejante: se consideran ideas que aparecen y que bajo ciertas condiciones socioeconómicas, también incrementarán en frecuencia las personas que las comparten. En la evolución biológica hemos hablado de genes que aumentan su frecuencia en el fenómeno de adaptación (capítulo III). En la evolución cultural las ideas constituyen características que modifican el acervo cultural de las sociedades. La aparición de las mutaciones es un fenómeno independiente de su posible adaptación. En un ambiente acuático con mucha sal, por ejemplo, no aparecen más frecuentemente mutaciones que adapten a los organismos a las altas concentraciones de sal que en un ambiente con poca salinidad. En cambio, cuando hablamos de la generación de ideas siempre se dice que ciertas ideas surgen con más frecuencia en ciertas condiciones socioeconómicas e históricas. El cálculo infinitesimal desarrollado independientemente por Newton y Leibniz, o el concepto de selección natural propuesto también independientemente por Darwin y Wallace, son ejemplos de que la aparición de ideas corresponde a condiciones específicas de la sociedad.

Si comparamos la transmisión de los genes con la de las ideas encontraremos que en el primer caso la transmisión es vertical (de padres a hijos) única y exclusivamente mientras que en el segundo ocurre también entre individuos de la misma generación (transmisión horizontal). Esto quiere decir que el incremento en la frecuencia de una idea en una población puede ser mucho más rápido que el que se presenta en un gen.

La selección natural opera en forma muy similar a la selección cultural. Cuando algún individuo tiene una habilidad cultural que lo beneficia (ya sea una herramienta , una tecnología particular o hasta una receta de cocina), aparte de que muy probablemente tendrá más recursos, poco a poco sus ideas, tecnologías o recetas serán más frecuentes en la sociedad, de forma similar a como ocurre en la selección biológica. Existe, por otro lado, un aspecto de la evolución cultural que es completamente diferente de la natural. Una idea puede hacerse más frecuente porque existe un proceso militar de imposición en el que un grupo de hombres obliga a que cierta cultura y ciertas ideas predominen.

Por último, la mortalidad o fecundidad no selectiva que tratamos en el capítulo II, que se presenta en poblaciones pequeñas con mucha frecuencia y que genera diversificación de las poblaciones, tiene un fenómeno paralelo en la evolución cultural. Éste predice que en poblaciones aisladas existirá una mayor divergencia simplemente porque algunas ideas tenderán a fijarse más rápidamente en poblaciones de pocos individuos aunque no sean adaptativas. Este hecho explica en parte las diferentes tradiciones y culturas que tienen algunas tribus. Ideas más irreales tienden a fijarse más en sociedades pequeñas.